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Editorial
Más allá del poder
Uribe sabía, con buena anticipación, lo que ocurriría con investigaciones de las cuales siempre ha sido consciente.  
Miércoles, 25 de Julio de 2018

Solo el senador Álvaro Uribe Vélez conoce, en verdad, todas las razones que lo llevaron a renunciar a su curul y a su investidura, para obedecer al llamado de la Corte Suprema de Justicia a rendir indagatoria en torno de dos delitos.

Cualquier cosa que otra persona piense o diga es mera especulación.

Sentirse moralmente impedido para continuar actuando como senador y al mismo tiempo adelantar su defensa, como dijo Uribe en una red social, no permite mayores interpretaciones, no deja ver casi nada de las reales causas.

Además, una renuncia como esta, no es resultado de una decisión pasional, sino de un profundo análisis de los hechos, pero, principalmente, de las eventuales consecuencias. Significa que Uribe sabía, con buena anticipación, lo que ocurriría con investigaciones de las cuales siempre ha sido consciente.  

Por ahora, la dimisión es el foco de la discusión: si favorece o no a la bancada del Centro Democrático en el Congreso; si perjudica o no al presidente electo, Iván Duque; si se trata de eludir o no a la Corte Suprema de Justicia; si la intención es la de encontrar eventuales condiciones favorables o no en la Fiscalía General de la Nación, a la que le corresponde la investigación…

Todo lo discutido es en relación con la decisión de Uribe. Pero, casi nadie se ha detenido en lo que significa llamar a indagatoria a una persona con tanto poder como el expresidente y senador, por delitos como soborno y fraude procesal, faltas comunes en las altas élites del poder político y económico de Colombia.

El supuesto es que el presidente de la República es un ciudadano ejemplar, el mejor de todos, y por lo mismo el más alejado, teóricamente, de toda posibilidad de violar las normas penales. No se espera que el presidente sea un espíritu puro, pero casi. Así, al menos en teoría, es inconcebible un mandatario que lo haga.

Pero cuando una persona es llamada por la Justicia, en cualquier instancia, a rendir indagatoria, es porque hay indicios serios de que alguien violó una norma penal, en hechos que están en investigación. En la indagatoria, la persona citada recibe información sobre las razones por las cuales ha sido citada personalmente, para que, en forma libre y voluntaria, rinda explicaciones relativas a su defensa, en relación con los hechos que se investigan.

Y si, conocedor de lo que le esperaba, Uribe renunció, es porque los indicios, o las pruebas, pueden tener la contundencia suficiente como para intranquilizarlo, o puede maniobrar de tal manera que demuestre que su poder es superior al de las instituciones como la Corte, y así tener más argumentos para pedir que todos los altos organismos de Justicia se fundan en uno solo, como ya se propuso.

Porque, en cierto modo, lo que se vive desde el martes es una demostración de poder político individual contra poder institucional, una lucha que puede poner al Estado en dificultades, así sean solo en apariencia, para que, de nuevo, alguien emerja como solucionador de los problemas.

Habrá que esperar a los próximos desarrollos de este proceso, que tanto ha dado que hablar en los medios, antes y después del llamado a indagatoria al senador Uribe.

 

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