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Más presencia estatal

Al salir a las calles de los municipios nortesantandereanos lo que no se encuentra es la real presencia del Estado.

Bomba contra un puente, cargas explosivas abandonadas detonadas controladamente, una ciudanía  cucuteña atemorizada y un Catatumbo igualmente crispado en medio del paro armado que activaron el Eln y el Epl,  mientras que el Gobierno Nacional apenas llegó a reaccionar mediante  un escueto mensaje del ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anunciando que el miércoles vendrá a ver qué es lo que pasa en esta región colombiana.

Luego de que sonaran las detonaciones y la gente devolviera la película a los noventa y a la primera década del siglo XXI cuando la ciudad fue escenario de varios atentados dinamiteros del Eln entre ellos los de la Estación Cien de Policía y el DAS, el atentado a El Palustre y otros, los habitantes del Área Metropolitana se volvieron a  cuestionar en qué se ha fallado y si no sería recomendable un poco de más interés del gobierno central con lo que nos está pasando por estos días.

Esta inquietud cobra validez porque la región nortesantandereana, que en la segunda vuelta presidencial votó en gran porcentaje por el presidente Duque, considera que ese respaldo electoral le da validez a su reclamo ciudadano, pues revisadas  las  redes sociales  del jefe de Estado y sus declaraciones de ayer, en el día más negro de este paro armado, nunca hizo referencia a lo ocurrido por aquí.

Ese silencio gubernamental genera extrañeza en estos lares fronterizos porque nadie entiende esa especie de despreocupación con lo  que nos pasa y, en cambio sí se deja ver y emite  conceptos y gestiones cuando se trata de hechos relacionados con el líder opositor venezolano Juan Guaidó a  quien el gobierno colombiano reconoce como presidente.

Y ya que hablamos de Venezuela, no podemos dejar hacer ver que el gobierno de ese país tiene a su territorio colindante con Colombia transformado en una especie de ‘hotel para el Eln’ desde donde prepara las incursiones en departamentos como Norte de Santander y Arauca, para luego huir hacia esa retaguardia ubicada al otro lado de la frontera.

La presencia y cierto poderío de los  grupos alzados en armas están suficientemente probados en Norte de Santander, que es Colombia, y como colombianos los pobladores del departamento lo mínimo que esperan es que su presidente al menos se solidarice con ellos, en donde es indispensable que quienes tienen los hilos del poder hagan operar la gobernabilidad.

Todo lo que está ocurriendo es calamitoso. Parecemos tierra de nadie donde la ley del más fuerte está operando. La violencia está ahí. La inestabilidad está ahí. La inseguridad está ahí. Las amenazas están ahí. La intimidación está ahí. Pero al abrir la puerta y salir a las calles de los municipios y veredas nortesantandereanos lo que no se encuentra es la real presencia del Estado.

La percepción y sentimiento ciudadano de la región es que las promesas finalmente nada han dejado hasta ahora en el campo de la seguridad, el manejo del posconflicto y del control territorial en los sectores que quedaron sin la presencia de la desmovilizada guerrilla de las Farc, puesto que ahora -debemos recalcar- somos campo de batalla y de presencia de peligrosas organizaciones, que llegaron a copar esos espacios.

Lógicamente, como lo exponen analistas de seguridad, las acciones del Eln en nuestra ciudad tienen un tinte propagandístico para dar sensación de presencia y atemorizar a la comunidad, pero les corresponde a las autoridades hacer todo lo que tienen a su alcance para impedir estos atentados y garantizar la seguridad y tranquilidad ciudadana.

Martes, 18 de Febrero de 2020
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