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Editorial
Monstruo de mil cabezas
Luego 2021 no depara nada bueno en materia de seguridad para Cúcuta porque como capital de departamento es una de las que arrastra la cadena del conflicto armado que la ha desangrado por años.
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Jueves, 7 de Enero de 2021

En tres informes periodísticos publicados a finales del año pasado por La Opinión se consignó una radiografía sobre la banda criminal de Los Rastrojos y la guerra que libra con la guerrilla del Eln y que muestran como una parte del territorio nortesantandereano sigue siendo disputado sangrientamente por los violentos.

“Los Rastrojos y su estela de muerte”, “La mala hora de Los Rastrojos” y “Eln, el pulpo de la frontera”, son los titulares de esos reportajes que pintaron la  dramática situación que miles de pobladores sufren al estar bajo el yugo de esos actores armados ilegales.

De todos es conocido que tras la desmovilización de los paramilitares que hacían parte de las autodenominadas Autodefensas Unidas de Colombia, quedaron gravitando en la órbita del crimen numerosas estructuras que prefirieron continuar delinquiendo.

Esa fue la génesis de Los Rastrojos que llegó a tener un poderío en la región donde a sangre y fuego y obviamente manejando el negocio del narcotráfico, prácticamente montó una especie de imperio en esta área fronteriza, especialmente en  Cúcuta y Puerto Santander.

Pero después empezó la debacle en esa banda, que luego fue prácticamente que arrinconada por  el Eln para expandirse y establecer una especie de dominio sobre poblaciones como Santa Cecilia, Ricaurte, La Chinita, El Arrayan, Los Negros, La Sabana, Llano Seco, Guaramito y Aguaclara, estos en el lado colombiano.

Y de la zona venezolana los guerrilleros ahora también controlan La Mulata, Guarumito y La Cooperativa, entre otros.

En ese aspecto del fortalecimiento de los elenos, le corresponde también emprender una tarea rigurosa al recién estrenado comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, el general Óscar Antonio Moreno Miranda.

Y es lógico que buscar la contención, para que no siga abriendo su abanico de influencia, y buscar reducirla para prevenir que la situación de violencia se agrave, es una misión fundamental contra dicha organización guerrillera.

Por ejemplo, esta  es una de esas misiones urgente a ejecutar por parte de la Policía, puesto que en la investigación para elaborar uno de esos artículos, La Opinión conoció que hace tres meses un hombre que se identificó como Toto, y que sería miembro del Eln, organizó una reunión con campesinos, arroceros, contrabandistas, cocaleros y demás personas que viven en ese extremo al norte de Cúcuta, para informarles que las ‘cuotas’ que debían pagarles, van desde $2.000 hasta los $2 o 3 millones, dependiendo de los productos, la mercancía y el tamaño de las fincas y que aquel que le siguiera ayudando a Los Rastrojos se tenía que ir o lo matarían.

Para esta ofensiva, el Eln  enlazó a cinco  estructuras: tres que vinieron del Catatumbo (Juan Fernando Porras, Héroes del Cínera y Cuatro de Septiembre), una de Cúcuta (Germán Velazco Villamizar) y una de Arauca (compañía Paula del frente Domingo Laín Sáenz). Son más de 200 hombres en armas, dirigidos por Pablito, quien pertenece al Comando Central (Coce).

Luego 2021 no depara nada bueno en materia de seguridad para Cúcuta porque como capital de departamento es una de las que arrastra la cadena del conflicto armado que la ha desangrado por años, al soportar ataques de terrorismo, secuestros, asesinatos, extorsiones, desplazamientos y amenazas de diversa índole por este monstruo de mil cabezas. 

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