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Narcos mexicanos

Que Norte de Santander sea uno de los escenarios de influencia de los narcotraficantes mexicanos es un asunto que desborda todo lo esperado. 

Peligrosos y sanguinarios carteles de la droga mexicanos actúan hoy a sus anchas en el Catatumbo, al mejor estilo de lo que en su tiempo hacía en otras partes del país el temible jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria.

¿Cómo se instalaron y se volvieron mandamases del narcotráfico las organizaciones mafiosas Cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación en ese territorio? ¿Por qué tanta facilidad para entrar y llegar a hacer de las suyas?

Supremamente grave y extremadamente delicado lo expuesto en el trabajo periodístico publicado ayer por La Opinión, de que “uno pasa tranquilamente por el frente de ellos (soldados), porque ya les han pagado. Los soldados lo que dicen es que a ellos lo único que les interesa es que la guerrilla no los mate”, como lo expusiera un campesino cultivador de coca.

O sea, los dólares o los grandes fajos de billetes de los narcos mexicanos han  abierto un boquete por el cual la corrupción entró a corroer a una parte o no se sabe en qué dimensión a las fuerzas de 12.000 hombres asignadas por el Ejército para resguardar la seguridad catatumbera. 

Este aspecto en particular no puede reducirse a manifestar las famosas expresiones: ‘será objeto de una exhaustiva investigación’ o ‘esos son señalamientos temerarios contra los héroes’. No. Ni más faltaba. Es necesario que se actúe sin tardanza para cortar ese cáncer que viene ligado a la actividad del tráfico de estupefacientes como es el de corromper todo lo que se atraviese en el camino como si se tratara del óxido que va derruyendo las estructuras más firmemente levantadas. Este, entonces, es una cuestión que debe ser tratada con pinzas por parte de los altos mandos del Ejército colombiano.

Y la otra situación no menos calamitosa, es la toma de posición, como si se tratara de su gran rancho (hacienda), del Catatumbo por parte de esos carteles que en México han ocasionado un baño de sangre, para manejar el negocio de la coca a su antojo.

Diera la impresión que este territorio nortesantandereano apareciera en los mapas con la marca de ‘tierra de nadie’ donde cualquier estructura mafiosa y delincuencial con suficiente poder de fuego y poseedora de una gran fuente de recursos económicos, llega a implantar la dominación al precio que sea, aliándose en este caso con estructuras generadoras del conflicto como el Eln, Los Pelusos y las disidencias de las Farc, con las que los llegados del país del norte, hacen negocios.

Esa internacionalización mafiosa debe llamar a las autoridades colombianas, llámese policíacas, militares, judiciales y civiles, a repensar y volver a barajar en los planes y estrategias contra el tráfico de drogas, en regiones como el Catatumbo y también en el Cauca, que fueron elegidas por los mexicanos para venir al país a montar su organización cocalera, porque de no ser así, el país queda en riesgo de ser pista de aterrizaje de otras mafias extranjeras de alta peligrosidad.

Doctores tiene la santa madre iglesia, pero queda claro, y aunque se intente desvirtuarlo, que Norte de Santander sea uno de los escenarios de influencia de los narcotraficantes mexicanos es un asunto que desborda todo lo esperado y exige, por ejemplo, que las tropas desplegadas en el Catatumbo vayan tras esos jefes mafiosos (que manejan el 80% de la coca en esa región) y por los miembros de los ejércitos privados que los cuidan, así como de los demás integrantes de sus bandas, porque de lo contrario, el panorama podría llegar a tener tintes de tormenta mortal.  

Lunes, 18 de Noviembre de 2019
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