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Necesidades sin fin

Los problemas que no han cesado, más los generados por la llegada masiva de pacientes venezolanos hacen que el HUEM tenga necesidades sin fin.

En Colombia, desde que estalló la crisis de la migración venezolana, el hospital Erasmo Meoz se convirtió como en el ícono de la atención a los inmigrantes que cruzaron el río Táchira en búsqueda de alivio al cúmulo de males que se trajeron a cuestas entre sus equipajes. El más notable es el de la salud, por el colapso de este servicio en el vecino país.

Ya sabemos que en las urgencias del Erasmo Meoz no cabe un paciente más y que obstetricia y pediatría son otras de las áreas también con gran demanda de pacientes inmigrantes y retornados, a quienes hay que prestarles la atención. 

Esto le cuesta al hospital miles de millones por los que nadie termina respondiendo y si a esto se le agregan los atrasos en la cancelación de las deudas de las EPS, la situación, poco a poco se va volviendo insostenible.

Además, muchas de estas Entidades Promotoras de Salud no tienen quien les atiendan a sus pacientes y hacia la única parte segura a la que pueden voltear a mirar para recibir una tabla momentánea de salvación, es al centro hospitalario local.

Por eso es que en las últimas semanas ahora la congestión también se extendió hacia la consulta externa al llegar a sus instalaciones centenares de personas enviadas por la EPS Medimás, generando un “aumento exagerado de pacientes”, como lo describiera Andrés Eloy Galvis,  subdirector de servicios de salud del Erasmo Meoz.

Entonces, lo que se ve es que la presión sobre la institución situada en la avenida Guaimaral de Cúcuta la pone en condición de un ‘hospital de guerra’, que puede sonar a lugar común, y por eso es mejor decirle ‘hospital en máxima alerta’, etiqueta que ayuda a describir lo que está ocurriendo en su interior, pues aunque la plata que le deben alcance una suma multimillonaria, y así deba habilitar hasta los pasillos para prestar atención a los nortesantandereanos, a los cucuteños, a los inmigrantes y a los retornados, tiene que seguir operando las 24 horas.

En medio de esa complejo panorama, llegó un donativo internacional para dotación, al que se le puede dar la lectura de que el comportamiento del centro hospitalario en medio del éxodo venezolano es mirado como ejemplar en otras partes del mundo, razón por la cual países como Estados Unidos, del cual altos funcionarios gubernamentales como el secretario de Estado, Mike Pompeo y varios congresistas, han venido a esta parte de la frontera colombo-venezolana, le han dado un reconocimiento.

Lógicamente, los 89.000 dólares (equivalentes a $267 millones) en equipos médicos, aunque no llegan a cubrir una pequeña parte de las inmensas necesidades que la institución registra, sí mandan una buena señal al mundo para que tengan en cuenta el monumental esfuerzo que Norte de Santander y el área metropolitana de Cúcuta están haciendo para brindarles acogida y suministro de los diferentes servicios a quienes han determinado dejar atrás todo en su natal Venezuela para buscar un mejor futuro allende la frontera.

Y aquí es el momento de insistirles al Gobierno Nacional y al Congreso de la República, que entiendan que lo que aquí se soporta para atender esa inmensa migración debe contar con la aplicación de políticas públicas especiales para la frontera y no con acciones pasajeras o de asistencialismo, porque si se quiere que esta crisis se convierta en una oportunidad, hay que pasar del dicho al hecho sin más demoras ni dilaciones, porque la oleada migratoria continúa y los problemas siguen en aumento.

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Domingo, 7 de Julio de 2019
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