¡De no creer! Esa es la impresión que queda en el ambiente luego de conocerse que en el Catatumbo hoy ocurre algo impensado: no hay dinero del narcotráfico y tampoco circula la cocaína en grandes cargamentos para atender la incesante demanda mundial del alcaloide.
Podría ser entonces la oportunidad para que el Gobierno Nacional tomara la emblemática zona nortesantandereana como piloto para los planes que ha expuesto de sustitución cultivos, de erradicación voluntaria y de los planes de sometimiento a la justicia en búsqueda de la paz total.
En la presentación de la investigación periodística, La Opinión observa que aunque parezca algo difícil de creer, desde diciembre del año pasado los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, así como los narcos locales, dejaron de mover grandes cantidades del alcaloide y el ingreso de dinero se frenó.
¿Pero qué acontecimiento pudo ser uno de los factores para que se congelara el negocio del polvo blanco en el Catatumbo con sus 40.000 hectáreas de hoja de coca?
Ahí aparece la extradición a Estados Unidos de Otoniel, el máximo cabecilla del Clan del Golfo, que ha causado preocupación y desestabilización entre los narcos que no saben a quiénes y cuántas rutas ha entregado a las autoridades de ese país.
Aparte de hechos como el señalado, lo que más llama la atención es lo expuesto por personas consultadas que indican haber recibido la orden por parte de los grupos armados ilegales (disidencias de las Farc y el Eln) que controlan ese negocio, para que no saquen ni hoja de coca ni base para la producción del alcaloide.
Lo ocurrido, de acuerdo con lo detectado en este trabajo periodístico, es que los campesinos están retornando a cultivos como cacao y palma de cera, mientras otros ya están viendo el camino de volver a sembrar yuca, plátano maíz para su alimentación y la manutención de sus familias.
Es importante que la administración nacional emprenda aquí las acciones previstas en su programa de gobierno para que este combustible de la violencia, como lo es la cocaína y su tráfico ilegal, se pueda comenzar a marchitar sin necesidad de acciones policivas o militares.
Aprovechar el momento de esta cíclica y particular situación, para llegar junto con toda la institucionalidad, en especial los ministerios de Agricultura, Medio Ambiente, Minas y Hacienda, para empezar a desarrollar un plan concreto, fundamentado en el punto cuarto del acuerdo de paz con las Farc, que tiene todos los ingredientes para su ejecución.
Incluso, esta situación del Catatumbo podría servir de laboratorio para empezar a probar qué tan factible es la propuesta presidencial del sometimiento de los narcotraficantes mediante “un camino probable de negociar con la justicia”.
Pero recordemos que al ser territorio de fuerte presencia de las disidencias y de la guerrilla, a las cuales el gobierno también busca llevar a la mesa, no es descartable que desde aquí esta sea una especie de ‘ramo de olivos’. Ojalá que fuera así, porque ya es suficiente que por más de medio siglo esa región esté marcada por la violencia.
Y otro aspecto que requiere profundización y verificación, es determinar si es verdad que en el lado venezolano las autoridades militares de ese país han golpeado estructuras narcotraficantes destruyéndoles, por ejemplo, pistas clandestinas y avionetas, en la frontera con el Catatumbo.
Ojalá esto no sea una tregua de la tormenta y así evitar lo que dijo una fuente para la nota sobre la caída de la venta de coca y la escasez de dinero en el Catatumbo: “Las rutas no se han activado pero cuando eso pase, créame que van a salir muchos cargamentos de droga, porque están represados y bien encaletados”.
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