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Nobel a la persistencia

Demeritar un premio como el Nobel, así sea tratando de ignorarlo, es muy fácil. 

El  presidente Santos no ganó el Nobel de Paz. Lo ganó su persistencia, su esfuerzo incansable por ponerle fin a la guerra más infame y larga del Continente; eso al menos dijo Kaci Kullmann Five, vocera del Comité Noruego del Nobel.

Pero, tal vez, los miembros del comité tuvieron en cuenta otras razones para su decisión, como la monumental serenidad de Santos para enfrentar la derrota que sufrió en las urnas su acuerdo con las Farc.

No fue la reacción de un presidente que se ha jugado entero por entregarle a su país una paz esquiva durante décadas: fue la de un estadista que considera que vale la pena cualquier sacrificio si se trata de seguir intentando.

El premio es, también, un cordial mandato que el mundo entero le envía al pueblo colombiano para que persista en su afán de búsqueda de paz, a la vez que un emotivo reconocimiento a los millones de víctimas de esta y de otras guerras que han mantenido a Colombia sumida en el dolor.

Hay otras circunstancias que el Comité del Nobel tuvo en cuenta, y mantener el cese al fuego bilateral es una de las principales, pues es señal de que mientras perdure hay esperanzas de que se prolongue para siempre.

Un Nobel no es cualquier premio. Es el homenaje de la humanidad al mejor en física, química, medicina, literatura y paz. Y para el Comité Noruego del Nóbel y para el mundo entero, contra cualquier opinión en contrario, el mejor es Santos, en realidad, su constancia en buscar la paz.

Desde luego, al menos en Colombia, el premio no será recibido con todo el beneplácito que genera un galardón como este, pero nadie podrá negar que, desde hoy, el proceso de paz tendrá más admiradores que antes. No ha sido fácil llegar a donde se llegó, y eso se le debe a Santos, por un lado, y a la determinación de las Farc de dejar el monte, por otro.

¿Por qué, como se especuló, la guerrilla no fue reconocida por los noruegos, si al fin y al cabo ellos son garantes del proceso de paz? Esas razones nunca se sabrán de manera oficial, pero quizás en el comité pesó el resultado del plebiscito, interpretado como una demostración de antipatía de los colombianos hacia las Farc.

Porque —y los comandantes de la guerrilla lo saben— aunque hubo ciertas maniobras ocultas que lograron desvirtuar el acuerdo— la imagen que millones de colombianos tienen de las Farc no es, precisamente, la más amable, y este factor pesó mucho en el momento de optar por el Sí o el No.

Este es, de todos modos, un momento para volver a pensar en lo que cada colombiano ha hecho en favor de la paz —o en contra—, a fin de que la sociedad entera encuentre una salida al atolladero jurídico y político en que está el acuerdo.

Demeritar un premio como el Nobel, así sea tratando de ignorarlo, es muy fácil. Pero qué difícil es ganarlo. Y más, reconocer los méritos de quien lo gana…

Viernes, 7 de Octubre de 2016
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