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Editorial
Norte con tapabocas
La medida de permitir estar sin tapabocas en otros lugares, solamente podrá aplicarse en los municipios que tengan el 70% del esquema de vacunación completo y el 40% de la dosis de refuerzo aplicadas.
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La opinión
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Miércoles, 27 de Abril de 2022

Quién no llegó a pensar que la crisis sanitaria del coronavirus pasó a ser parte de la historia, cuando vio por la televisión al presidente Iván Duque anunciando que el tapabocas ya prácticamente podría dejar de ser un elemento básico de la vida diaria de los colombianos.

Sin embargo, como ocurre con muchos anuncios oficiales, la cobertura o cubrimiento está lejos de alcanzar los niveles que permitan, como en este caso, facilitar que la gente se sienta más tranquila en cuanto a la pandemia, en esta fase donde la vacunación ha ayudado a imponer una barrera de contención.

“Se va a retirar el uso del tapabocas en espacios cerrados con la excepción de los servicios de salud, los hogares geriátricos el transporte y los espacios cerrados dentro de las instalaciones educativas”. Eso fue lo que se le escuchó al jefe de Estado decir, que ocurrirá a partir del próximo domingo primero de mayo en el país.

Para el caso de Norte de Santander, por ejemplo, surgió un pero, y es que esa medida solamente podrá aplicarse en los municipios que tengan el 70% del esquema de vacunación completo y el 40% de la dosis de refuerzo aplicadas.

Y lo que entonces llama la atención es que en el departamento tenemos únicamente diez localidades que ya superaron el 70% de las dos vacunas aplicadas a su población, como son: Ragonvalia, Cácota, Labateca, Durania, San Cayetano, Pamplonita, Cúcuta, Puerto Santander, Santiago y Lourdes, según datos al 19 de abril de este año.

Esto sirve para abrir una pregunta: ¿por qué  razón apenas en esas municipalidades se ha cumplido la meta mínima fijada por las autoridades de salud? ¿Esto a qué obedece? ¿Hay problemas de logística? ¿La gente no quiere vacunarse?

Además, debemos tener presente que en una región fronteriza como la nuestra, donde comienza Colombia, y que tiene una gran afluencia de migrantes y un intenso flujo de personas por los pasos fronterizos, debería de manera prioritaria buscar alcanzar ese 70% en la protección contra la COVID-19.

Es muy particular el hecho de que  municipios tan importantes por su localización como Villa del Rosario (en plena línea fronteriza con Venezuela), Ocaña y Pamplona, todavía, de acuerdo con los datos oficiales, aún estén por debajo del límite señalado.

Por lo tanto, antes de pensar en que se aflojen las medidas de bioseguridad, lo realmente urgente es que en esas 30 localidades la misión para la inmunización se fortalezca, como ya se decidió hacer en el Catatumbo, donde se recibió el apoyo de la Cruz Roja Colombiana.

Es que en aquella complicada región del departamento, hasta finales del mes pasado se tenían los más bajos promedios de vacunación contra el coronavirus, con datos como el de El Tarra (14,86%), por ejemplo.

Complementariamente, es indispensable que en los muncipios ‘modelo’ en este comportamiento se pueda igualmente superar el volumen del 40% en las dosis de refuerzo, aunque sin llegar a caer en excesivos triunfalismos ni mucho menos en creer que ya todo se superó, puesto que la pandemia no se ha ido del planeta.

Como se ha demostrado que la salud es un activo invaluable en la sociedad, lo prudente es actuar con cabeza fría, mantener la protección y los controles y escuchar a los especialistas e investigadores que son quienes en últimas tienen las pruebas concretas de cuando realmente estaremos liberados de esta amenaza.

Hoy, por lo tanto, los verbos a seguir conjugando son vacunar, prevenir y cuidar.

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