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Editorial
¡Nos quemamos!
Las llamas surcan y consumen vastas extensiones de bosque seco en Tasajero, el cerro tutelar de Cúcuta.
Jueves, 12 de Septiembre de 2019

Las miradas del mundo se han posado sobre los incendios en las selvas brasileras, pero nosotros aquí también tenemos una versión en miniatura del ‘desastre amazónico’, con incendios forestales, ríos secos y amenazas de racionamiento de agua. Todo, por la intensa temporada seca que ha llevado a marcar sensaciones térmicas cercanas a los 40 grados.

Las llamas surcan y consumen vastas extensiones de bosque seco en Tasajero, el cerro tutelar de Cúcuta, siendo uno de los doce incendios forestales que golpean a Norte de Santander, e igualmente uno de los más graves.

La primera lección que surge de la abrasadora llamarada, es la urgente recomposición del sistema de atención de emergencias de esta naturaleza, tomando el ejemplo de Sardinata, que pese a no tener bomberos, optó por el camino de la organización y creó una brigada especial contra-incendios logrando atender 13 casos de manera exitosa.

La acción preventiva de involucrar a la comunidad en el combate del fuego que estalla en las zonas rurales, bien sea por las  quemas que se salen de control, o por la mano del hombre de manera intencional o accidentalmente, es la mejor opción para enfrentar hechos calamitosos de esa naturaleza que comprometen los nacientes de agua y la diversidad de la fauna y de especies vegetales.

Pero cabe la posibilidad de empezar a analizar y evaluar dentro de los procesos de prefactibilidad y de factibilidad, la organización de cuerpos de bomberos regionales o intermunicipales que aglutinen a varias localidades circunvecinas, para lo cual es indispensable una bolsa de recursos nacionales, departamentales y municipales, así como del resorte de cooperación internacional.

De esa forma podrían contarse con un importante número de instituciones bomberiles en el departamento, listas no solamente a enfrentar y contener incendios de toda especie, sino para contar con una especie de red regional que cuente con una gran capacidad humana, técnica y de logística.

Muchos dirán que de dónde se saca el dinero, que hay otras necesidades insalvables más importantes que la vigorización del sistema, tal vez tengan razón, pero lo que está ocurriendo nos señala la urgencia de adoptar planes contundentes para confrontar situaciones de altísimo riesgo como los incendios forestales que llevan una poderosa acción destructiva.

Y para una fuerza como esas, el hombre debe levantarse con equipos y planes igualmente contundentes, porque aquí el tiempo cuenta, pues a más días, las llamas cubren velozmente extensas áreas de terrenos arrasando todo a su paso, con un impacto inimaginable para la naturaleza.

Como se ve ahora, Norte de Santander y Cúcuta con temperaturas casi que desérticas, confrontan igualmente, graves problemas de suministro de agua porque la escasa protección de las cuencas, la deforestación y las quemas controladas, así como el desvío del caudal de los ríos para regar zonas cultivadas, finalmente terminan pasando factura, con amenaza de sequía a la vista.

Luego las llamas, las humaredas, los árboles hechos cenizas y la avifauna muerta, así como los ríos que ahora están es llevando arena, nos hacen el reclamo de que si no cambiamos nuestro proceder en materia medioambiental, es mejor que todos estén confesados porque la situación podría adquirir devastadores tintes con extinción incluida.  

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