Nos vuelven a producir alarma y angustia las últimas noticias sobre los estragos de la pandemia del nuevo coronavirus en el mundo y la aparición de sus mortíferas variantes como la denominada ómicron, detectada en Suráfrica, e identificada también en Botswana, Bélgica, Israel y Hong Kong.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la clasificó como de preocupación y de acuerdo con la evidencia preliminar se transmite con mayor facilidad entre humanos y sugiere un potencial de riego de reinfecciones, por lo que la OMS la incluyó en el listado que exige vigilancia especial como la variante delta. Fue detectada por primera vez en noviembre de este año.
Una variante de preocupación es la categoría más alta en el listado de las escalas de vigilancia que para el seguimiento del Sar-Cov-2 ha creado la OMS y si bien la decisión agrega peso sobre las inquietudes científicas derivadas de la transmisión más eficiente de la masiva variante, en esencia, no hay ninguna decisión específica en torno a su manejo.
Una gran preocupación general es que esta variante podría afectar a los hombres y mujeres que ya padecieron la COVID–19. Ómicron registra hasta la fecha más de 30 mutaciones. Por su letal peligro, varios países como Estaos Unidos, los de la Unión Europea y Brasil suspendieron los vuelos con Suráfrica. Este lunes, el gobierno estadounidense del presidente Joe Biden tiene previsto anunciar más restricciones a los viajeros procedentes de Suráfrica.
Otros se aprestan a adoptar extremas medidas de control y vigilancia para evitar su llegada.
Las autoridades surafricanas consideran que algunas reacciones de varios países a sus medidas restrictivas son comprensibles, aunque igualmente las consideran injustificadas, exageradas y draconianas.
Cerca del 54 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de la vacuna anticovid, pero en los países con ingresos bajos, esta proporción es de solo el 5,6 por ciento, según el portal Our Worldin Data, citado por las agencias internacionales de noticias.
En Suráfrica, el país más azotado del continente africano por la pandemia del nuevo coronavirus, el 23,8 por ciento de la población está completamente vacunada. Y en Namibia, donde la vacunación avanza muy lentamente, las autoridades podrían verse forzadas a destruir dentro de poco 270.000 dosis de inmunizante, que están a punto de caducar.
La aparición de la variante ómicron se produce en momentos en que se relajaron algunas de las medidas extraordinarias y de emergencia que se habían establecido, y los rebrotes de la pandemia. Ocurre dos años después de haberse detectado el primer caso de COVID-19 en una provincia de China.
En Colombia, esta nueva desgracia nos llega en días de optimismo que nos hacían imaginar y soñar en el regreso pleno de las celebraciones de la Navidad y el Año Nuevo.
Toca bajarle a tanto optimismo y volver a atender las recomendaciones e instrucciones de nuestras autoridades de la salud, pues las noticias de los últimos días sobre aumento de muertes y contagios se han disparado en forma lamentable y dolorosa en nuestro país, y en particular en Cúcuta y Norte de Santander.
Toca volver con entusiasmo al autocuidado, al distanciamiento social, al lavado permanente de las manos, a la desinfección de todo, y evitar las aglomeraciones y tumultos, muy comunes por estos días finales de año.
