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Editorial
Nunca es la política
Poner la política por encima de las necesidades básicas del ser humano, como sucedió aquí, es y será siempre una obscenidad de los políticos.
Martes, 16 de Abril de 2019

¿Cuánto costó en término de humanidad todo el montaje destinado a llevar ayuda los venezolanos más necesitados? No hay manera de medirlo, pero lo ocurrido en la frontera entre Colombia y Venezuela hace dos meses significa un golpe terrible para todo lo que signifique ayudar al que sufre.

Y, aunque hay una opinión unánime en torno de que por razón de la política se vivieron esas imágenes de los camiones cargados ardiendo, la realidad es que nunca la política es causa de desastres como ese: siempre son los políticos, es decir, quienes usan la política para su beneficio, aunque millones sufran.

Ayer llegó a Maiquetía, el aeropuerto de Caracas, el primer envío de real ayuda humanitaria, es decir, de aquella que en manos de la Cruz Roja Internacional, está enmarcada en los cuatro principios fundamentales de imparcialidad, neutralidad, humanidad e independencia operacional.

La que se intentó pasar a la fuerza a un país que se opuso no era, ni de lejos, ayuda humanitaria en el sentido estricto. Era ayuda solidaria, sí,  para seres humanos, claro, pero envuelta en el engañoso, pero atractivo, empaque de la política. Por eso, aún no ha pasado. Llamarla entonces humanitaria fue solo una entelequia cazabobos.

Se argumentó que sin esa ayuda muchos venezolanos morirían, lo cual no se ha puesto jamás en duda. Pero, si la razón de intentar llevarla hasta los hospitales era, precisamente, la urgencia con que se necesitaba, ¿por qué no se le entregó a la Cruz Roja, que la hubiera llevado de inmediato, claro, despojada del cualquier trasfondo político?

El problema de la iniciativa que se intentó llevar a cabo en febrero fue que estuvo atada a una de las partes interesadas en evidenciarle al mundo la crueldad de un régimen, y el  resquebrajamiento de la fuerza armada del vecino país, para propinar un golpe de opinión mundial para poner los ojos del mundo en la necesidad de sacar a Nicolás Maduro del poder.

En ese intento se vieron comprometidos, además de Estados Unidos, otros estados latinoamericanos, comenzando por Colombia. Ese intento de apoyar el ingreso de la ayuda gestionada por la oposición generó una situación complicada en Cúcuta, aún más complicada si se quiere, que la que ya existía por cuenta de la terrible situación social que se vive en el país vecino y que ha tenido muchas repercusiones en el departamento.

Una de las consecuencias de lo sucedido hace dos meses fue que al escuchar la palabra guerra, como retumbó el término por el mundo entero, los capitales huyeron de Cúcuta y los que estaban destinados a llegar, sencillamente cambiaron de destino.

Poner la política por encima de las necesidades básicas del ser humano, como sucedió aquí, es y será siempre una obscenidad de los políticos, un desvío insoportable del sentido de la política, entendida como el deseo de ayudar al otro.

Por ahora, comenzó la primera fase del plan de ayuda para 650.000 personas, similar a la que se cumplió en Siria. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr), por “diferentes razones, la situación de Venezuela es la que es” y “es muy controvertida” pero, remarcó, el CICR “se enfoca en las necesidades de la gente” y en “cómo reducir los impactos negativos en la gente”. Y ese es el sentido de lo humanitario. Sin políticos. 

El ingreso de ayudas a Venezuela, aunque el CICR no pueda ni deba decirlo, es una prueba de la compleja situación que afrontan los venezolanos, quienes han demostrado enorme resiliencia y quienes, a pesar de las duras condiciones, sobreviven.

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