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Editorial
Ofensa e impunidad
Que Ordóñez resulte en un acto en la OEA con esta clase de diatribas que parecen no trascender, no es, en realidad, extraño.
Sábado, 4 de Mayo de 2019

Nadie mejor que el exprocurador colombiano Alejandro Ordóñez para saber cómo ofender desde el confort de la inmunidad que reviste a ciertos personajes. Lo acaba de confirmar con una declaración insólita, que al Gobierno no le ha ocupado ni preocupado lo más mínimo, al decir que los miles y miles de venezolanos que se van de su país por la situación deprimente de su país son, en realidad, la avanzada del socialismo bolivariano que Nicolás maduro está exportando al mundo.

No solo son unas palabras atrevidas, las del embajador colombiano ante la marchita Organización de Estados Americanos (Oea), sino una andanada de ataques contra los derechos fundamentales de los venezolanos a cambiar de país y a buscar refugio donde les plazca. Son, por si lo olvidó el señor Ordóñez, derechos básicos de todo ser humano, de la misma categoría de los que, como procurador colombiano, violentó durante su período.

Pero, que Ordóñez resulte en un acto en la Oea con esta clase de diatribas que parecen no trascender, no es, en realidad, extraño, como sí lo es el silencio profundo del Gobierno, concretamente de la Cancillería de Colombia, que las tolera sin el más pequeño reparo, pues si bien rectificó al embajador, no lo hizo con la energía y con la contundencia requeridas.

Considerar que esos miles de caminantes, que a duras penas pueden arrastrar su vida y una manta, son activistas del socialismo del siglo 21 que van en misión de establecerse en otros países para sembrar la semilla política que germina en todos los discursos del chavismo, es similar a considerar que los miles de campesinos de Colombia desplazados por la guerra son, a su vez, soldados de uno y otro ejército que buscan extender el frente bélico por todo el país.

Hace falta ser muy porfiado, para creer que el gobierno de Venezuela tiene a su disposición ingentes recursos para financiar una ofensiva disfrazada de doloroso y agobiador éxodo masivo, y para pensar en que todos esos venezolanos sacrifican hasta su vida en busca de llevar las ideas de Chávez y Maduro hasta el último rincón del Continente.

Si la vanguardia del socialismo bolivariano es la que languidece en cada curva de las carreteras colombianas, entonces, quienes se oponen a él, nada tienen por lo cual preocuparse: se trata de una ideología famélica, inofensiva, moribunda, incapaz de sobrevivir sin ayuda, destinada a morir de inanición, tal como sus agentes que la difunden a tropezones mientras caminan casi sonámbulos en busca de la nada...

¿Cómo un diplomático puede aprovechar un foro como el de la Oea, con fines tan confusos y argumentos tan deleznables, para desfogar su odio hacia las formas políticas que le son contrarias a su manera de pensar, sin detenerse a considerar el enorme daño que les causa a las víctimas de esa ideología partidista?

¿Es esa la sindéresis, la mesura, la cordura, que la Cancillería colombiana les recomienda a sus agentes? Lo preguntamos, porque hasta ahora nadie en esa alta dependencia ha dicho una palabra de censura. Porque si es así, es realmente fácil imaginarnos las burlas en las que los diplomáticos de muchos países van a envolver sus comentarios de ahora en adelante.

Si esa es la diplomacia que nos representa en el mundo, quizás lo mejor sea apagar a irnos…

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