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Orden en La Parada

La Policía debe recibir todo el respaldo para despejar el caos y el desorden, porque la anarquía solo degeneraría en más problemas.

Los taxistas que llevan pasajeros hasta La Parada, especialmente venezolanos que desde Cúcuta van cargados con los alimentos y demás productos que compran en el mercado local para llevar a su país, son testigos de excepción de un fenómeno  que está dando síntomas de salirse de control: los carretilleros.

Ellos se lanzan como si fueran aves de rapiña tras la presa cuando ven llegar los carros para ofrecerles a los pasajeros el servicio de llevarles en las carretillas los productos hasta el otro lado del río Táchira por el puente internacional Simón Bolívar. Parece una  ‘guerra del centavo’, de acuerdo con los comentarios.

Los cientos de personas, entre los que hay colombianos pero que en su mayoría son de origen venezolano, que encontraron en ese servicio de acarreo una forma de rebusque, han añadido un factor de desorden a la ya congestionada localidad fronteriza rosariense, que es prácticamente la puerta de entrada de los inmigrantes que huyen de la crisis en el vecino país, como de quienes vienen a comprar lo que en tierras venezolanas no consiguen.

Precisamente, esta semana asistimos al primer brote grave de violencia y de alteración del orden en La Parada protagonizados por ellos, con el resultado de un carro incendiado, otros averiados y una situación que queda cargada de tensión, porque lo particular de este asunto, es que los disturbios estallaron en momentos que la Policía Metropolitana de Cúcuta intentaba meterlos en cintura.

Una cosa es que Colombia les de acogida, refugio y apoyo a quienes la están pasando muy mal con el régimen de Nicolás Maduro, pero una muy distinta es que grupos como el de los 17 que lograron ser individualizados por la Policía y que son buscados para que respondan por los desmanes del pasado primero de octubre, traten de sobrepasarse y de montar imperios como si no existiera una ley que respetar y acatar.

La hospitalidad, la hermandad y la solidaridad frente a la tragedia que agobia a los inmigrantes venezolanos no debe equivaler a una lectura de debilidad del Estado por parte de aquellos extranjeros señalados de haber perturbado y roto la tranquilidad ciudadana en La Parada, poniendo en riesgo la integridad de los miles de personas que por allí circulan.

En razón a esto, sería importante que Migración Colombia hiciera un barrido entre esa ‘población flotante’ de los carretilleros  para determinar la condición migratoria en que se encuentran en esta parte del territorio fronterizo nortesantandereano. ¿Tienen cédula venezolana? ¿Tienen pasaporte? O ¿tienen el Permiso Especial de Permanencia (PEP)?

Esto no es nada del otro mundo ni una acción xenofóbica ni mucho menos. Es solamente una medida legal de regulación y control en la frontera, porque suena muy extraño y nada atractivo que se intenten asonadas o agresiones a la propiedad privada y a la autoridad por segmentos de personas que llegan a la frontera a conseguir el sustento, pero que a la mínima exigencia de organización y orden, reaccionan de manera extrema.

La Policía Nacional debe recibir todo el respaldo en sus acciones para despejar del caos y el desorden aquel punto fronterizo rosariense, porque la anarquía solo degeneraría en más problemas, como si ya no tuviéramos suficientes. 

Viernes, 4 de Octubre de 2019
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