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Otra vez...

Otro escándalo que se abre paso: un saqueo a 7.700 ahorradores y al Estado por parte de Internacional Compañía de Financiamiento.

Como madre de la ciencia y del conocimiento, en Colombia la experiencia ha perdido toda vigencia.

Siempre, los políticos han incumplido sus promesas, y los ciudadanos siguen votando por ellos. El sistema de salud les debe millones y millones a los hospitales y a las clínicas, y luego de una promesa, de ordinario vana, les siguen prestando al debe sus servicios. Las financieras de lujosas oficinas roban toneladas de dinero de los ahorradores, y a veces del mismo Estado, y nadie vigila para evitar que lo de hoy mañana se repita. Y se repite.

Y muy posiblemente se seguirá repitiendo eso de que un poderoso engañe y asalta la buena fe de los demás y se enriquezca malamente, por muchas razones, en especial porque aunque el Estado tiene los controles para evitarlo, carece de los funcionarios honrados que los apliquen.

Y no es que roben, la razón por la que no son honrados los funcionarios, sino porque son corruptos de otra manera: no cumplen a cabalidad con las funciones que se comprometieron a ejercer cuando asumieron el cargo. No delinquen, pero por su inercia y su indolencia permiten que otros lo hagan.

No se apagan todavía los ruidos de todo lo que hasta ahora ha causado la fraudulenta e insospechada quiebra de Interbolsa, y ya hay otro escándalo que se abre paso ante la opinión pública: un episodio de saqueo a 7.700 ahorradores y al Estado por parte de Internacional Compañía de Financiamiento S. A., y todo hace pensar que por culpa de la negligencia de la Superintendencia Financiera.

Otra vez, falla de los controles por razón de funcionarios ineptos que deben aplicarlos.

¿Cómo un organismo como la Superintendencia Financiera ignora quién es Cándido Rodríguez Losada, presidente, director y representante legal de la firma?

Ya es un poco tarde, porque se actuó en el momento en que es imposible la recuperación de enormes sumas, pero vale la pena decir, al oído de los burócratas de la Superfinanciera, que Rodríguez figura en la Lista Falcioni, por razón de sus cuentas secretas por casi 120 millones de euros en el banco suizo HSBC.

Que para la Superfinanciera no sean importantes otros antecedentes de este español-venezolano-español, como que fue senador socialista en España y antes fue el hombre más importante del Banco Occidental de Descuentos de Venezuela, es una cosa. Pero que en el mundo de los negocios es una persona que despierta todo el recelo posible, es otra, y esta no debió pasarla por alto nadie en el Gobierno.

Menos una superintendencia que es, en mucho, una especie de Policía que vigila el sector financiero, para prevenir, antes que nada, y para garantizar que las actividades que allí se desarrollan son bien conocidas y están dentro de la ley.

Ahora, por razón de la irresponsabilidad de quienes no cumplieron con sus obligaciones, hay unos 365 mil millones de pesos traspapelados, y de ellos 155 mil millones del Estado (Bancóldex, Finagro y Findeter), que no se sabe con claridad cómo llegaron a manos de Rodríguez.

No se sabe, porque aunque dicen que para entregarlos a la financiera, los responsables de estos organismos estatales dicen que confiaron en los informes de la Superintendencia —que reflejaban una realidad falsa, ellos también debieron, por su cuenta, investigar qué era —y quiénes manejaban—, la Internacional Compañía Financiera S.A. Por supuesto, eran dineros del Estado, que a los funcionarios no les duelen, y, por lo mismo, la diligencia se relaja.

El resto es de los ahorradores, la parte más frágil y desamparada en todos los casos en los que el sector financiero es escenario de acciones irregulares, que dejan el dinero efectivo en papeles sin valor. Es la magia de algunas mafias.

Domingo, 29 de Noviembre de 2015
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