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Editorial
Otra vez, La Parada
Ya basta con que a la gente la aterroricen a balazo limpio, sin que nadie salga en busca de neutralizar las causas.
Martes, 12 de Septiembre de 2017

Cero y van siete balaceras entre delincuentes en La Parada en unas cuantas semanas, siete veces en las que la gente debe protegerse detrás de cualquier cosa, siete momentos de zozobra máxima, siete ocasiones en los que todo el mundo reacciona, menos los organismos de seguridad del Estado.

¿Por qué el silencio? Quizás haya necesidad de ir a preguntarle al legendario Mono de la Pila de Tunja. Tal vez él pueda tener una respuesta, así no sea tranquilizadora, de qué, realmente, está ocurriendo en ese estratégico lugar del Área Metropolitana, y de por qué ni la Policía ni nadie en el Estado se preocupa por lo que allí sucede.

Según rumores cada vez más frecuentes, en La Parada están ocurriendo cosas muy graves que, en cualquier momento, pueden comprometer la aparente tranquilidad militar en la zona. Que la Policía o el Ejército no lo sepan es apenas lógico: no van, no se atreven a ir, no se sabe si por miedo o por otra razón más o menos prosaica.

Pero ya es suficiente. Ya basta con que a la gente la aterroricen a balazo limpio sin que nadie salga no solo en su defensa sino en busca de neutralizar las causas, que hasta donde ha trascendido, tienen que ver con la disputa ese territorio limítrofe para controlar así el contrabando en los dos sentidos.

Y en esa guerra —al parecer entre el narcotraficante cartel del Golfo, por un lado, y el Eln, por el otro, ocurren balaceras inesperadas que ya han dejado muertos y heridos, y entre estos, al menos un viajero inocente al que rozó una bala de fusil el lunes pasado durante un tiroteo en el que el paso migratorio se suspendió durante largos minutos, mientras las personas, tiradas sobre la calzada, se protegían con los barandales.

Dos buses con escolares quedaron atrapados junto a un vehículo funerario y otro automóvil y decenas de personas que iban y venían, y todo, junto al puesto de Migración Colombia y de la Policía.

Lo que esté ocurriendo en ese laberinto de La Parada no puede ser un secreto tal que les impida a los organismos de seguridad actuar y coordinar acciones con las autoridades de Venezuela, que también sufre las consecuencias de las balaceras y de la guerra territorial.

Pero es imperativo saber qué sucede, y más, que alguien intervenga para erradicar ese peligro permanente que allí se esconde. ¿No dicen acaso que Colombia tiene una de las mejores policías del mundo, y uno de los ejércitos mejor adiestrados para la guerra irregular, como la que se desarrolla en La Parada? Pues que lo demuestren.

Da escalofríos de solo imaginar lo que vendría después de que un soldado venezolano de los que cuidan el paso fronterizo resultara lesionado por una bala de las que se disparan a discreción desde y hacia La Parada. Porque muchos balazos cruzan el río hacia blancos en el vecino país, desde donde los responden.

Porque no es fácil de explicar que desde La Parada disparen contra un helicóptero militar venezolano, como sucedió el sábado a la 1 de la tarde.

Con más frecuencia de la deseada se escucha decir a altos funcionarios del Gobierno que para el Estado colombiano no hay territorios vedados. Qué bueno sería que estas palabras coincidieran con acciones de soldados y policías en sitios como este de La Parada. ¿O es que el territorio junto y bajo el puente ya no le pertenece a Colombia?

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