Cúcuta sí necesita con urgencia megaproyectos en el campo hospitalario porque la infraestructura existente no ha tenido un crecimiento suficiente frente al número de población y la siempre creciente cantidad de pacientes para atender.
El coronavirus nos indicó que estábamos con serias debilidades en el campo de las unidades de cuidados intensivos y hace pocas semanas se desató una preocupante alerta en la capital nortesantandereana, puesto que la grave situación de orden público, mezclada con la accidentalidad en las calles, fueron determinantes en el agotamiento de la capacidad instalada de la red hospitalaria pública y privada.
Por eso tiene que volverse un asunto alejado de cualquier tinte político la misión de salir a buscar los $150.000 millones que se requieren urgentemente para transformar el Policlínico de Atalaya en un centro hospitalario de segundo nivel.
Hay que darle toda la razón al gerente de la ESE Imsalud, Juan Agustín Ramírez Montoya R, quien dio a conocer cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ratifican que en esta parte del país se registra un déficit en cuanto al número de camas para recibir a los pacientes por diversos casos.
La OMS tiene una medición según la cual, por cada 1.000 habitantes debe haber más o menos dos camas públicas hospitalarias, y aquí según lo manifestado por Ramírez Montoya deberíamos tener unas 3.200 camas públicas, de acuerdo con ese promedio mundial.
Pero la realidad nos muestra que solamente se cuentan con 1.500 que lógicamente se transforma en un ‘número pequeño’ por las condiciones de nuestra región fronteriza que es receptora de migrantes que acuden a los servicios médico-asistenciales y que además soporta los impactos de la violencia, la inseguridad ciudadana y los accidentes, especialmente de motociclistas, que llevan una gran cantidad de heridos.
Con ese par de argumentos, que tienen los suficientes fundamentos técnicos e informativos y numéricos, es suficiente para que haya una gran gestión ante los ministerios de Salud y de Hacienda, por parte de nuestra clase dirigente local, sin distingos partidistas, con el fin de sacar adelante este proyecto hospitalario de segundo nivel.
Pero además, hay otro elemento que le da igualmente vigor ante los tecnócratas, y es que el radio de cobertura inicial es para unos 300.000 habitantes de la ciudadela Juan Atalaya, que equivaldría a un significativo alivio para el Erasmo Meoz, por ejemplo.
Además, podría convertirse en una unidad clave para apoyar a la red de salud local ante eventualidades que se presenten en la zona del Catatumbo, en los vecinos municipios de El Zulia y San Cayetano y hasta en los Pueblos de Occidente.
Y como si fuera poco es bueno recordar que por en esta parte del país hace 37 años la gente no ve una construcción de gran envergadura en el campo hospitalario público, siendo la última precisamente el Erasmo Meoz, que también está pidiendo a gritos la ampliación de su capacidad instalada.
Habrá que ver cómo nos va en las acciones para sacar adelante esta iniciativa que por el momento ya tiene las fases de prefactibilidad y factibilidad y está previsto que en octubre se entreguen los diseños para que el Policlínico se convierta en hospital de segundo nivel de atención con los servicios de pediatría, ginecobstetricia, medicina interna y cirugía.
Lógicamente la Alcaldía de Cúcuta y la Gobernación de Norte de Santander tendrán que llevar ante el Gobierno Nacional el monto que están dispuestos a aportar para que se haga esa bolsa de financiación en la que hasta podría buscarse el respaldo de cooperantes internacionales, porque lo cierto es que sí necesitamos ese hospital.
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