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Editorial
Otro mal
Norte de Santander se ha convertido en la zona de aprovisionamiento de los carros que se necesitan al otro lado del río Táchira para surtir al desabastecido mercado venezolano de autopartes y repuestos.
Martes, 28 de Septiembre de 2021

Un coletazo múltiple se abate ya no solo sobre Cúcuta sino que golpea hasta El Tarra -por ejemplo- como consecuencia de la crisis  venezolana y por la inexistencia de cualquier tipo de relación y de canales de comunicación entre las autoridades de los dos países, como lo es el robo de vehículos.

En este momento, Norte de Santander (para nuestro caso específico) se ha convertido en la zona de aprovisionamiento de los carros que se necesitan al otro lado del río Táchira para surtir al desabastecido mercado venezolano de autopartes y repuestos.  

Como elementos disparadores figuran, por un lado, el pago en dólares que se ofrece en el vecino país a quienes lleven los elementos indispensables para mantener operativo el parque automotor en el vecino país.

Y el otro factor que le ha dado vuelo a este peligroso negocio es la facilidad para cruzar hacia el territorio venezolano por cualquiera de las trochas fronterizas en donde el mundo de la criminalidad se ha  hecho fuerte aprovechado la irreconciliable enemistad de los dos gobiernos.

Causa asombro y grave preocupación -por decir lo menos- el informe periodístico que en la edición dominical de La Opinión se tituló ‘Robo de vehículos, un delito que pasa la frontera’, en donde se consignó la siguiente afirmación: Lo que las autoridades colombianas tienen claro es que el 90% de los vehículos que son robados en Norte de Santander van a parar al otro lado de la frontera, especialmente en los estados del centro y occidente de Venezuela.

La admisión de eso, en parte  quedó ratificado en una de las respuestas entregadas por el general Óscar Moreno, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, cuando aseguró lo siguiente: “sabemos que algunos vehículos son robados por encargo, especialmente los de la marca Toyota, y otros son usados para venderlos por repuestos. Ellos pasan los vehículos hacia Venezuela por cualquier trocha”.

Algo más contundente que simplemente admitir debe hacerse para recobrar el control estatal sobre el territorio limítrofe, arrebatándoselo de las manos a la criminalidad, en la comisión de todos los delitos que allí ocurren, entre ellos el del robo y tráfico ilegal de automotores, por ejemplo.

En este caso la situación no es solo que se le lleven el carro de un estacionamiento o de la calle donde lo dejó parqueado, puesto que resulta que los asaltantes ahora van a buscarlos hasta las casas donde amenazan y someten a los dueños y les roban los carros allá mismo para pasarlos hacia el otro país.

Y como las advertencias y pedidos a las autoridades nacionales deben de tener los suficientes argumentos, pues aquí vale decirles a la Cancillería, al Ministerio de Defensa y a la Policía Nacional que el descontrol en la frontera llevó a resucitar una banda especializada en el hurto de automotores, conocida como Los Toyoteros.

Antes de terminar es bueno devolvernos para precisar lo de El Tarra. Tanto en ese municipio como en otros del Catatumbo, se acrecentó el robo de vehículos de empresas contratistas  que les prestan servicios a diversas entidades y también hasta el hurto de camiones, siendo el destino final de la mayoría de ellos: Venezuela.

Los nortesantandereanos esperan que por fin sea activado un plan real que devuelva la seguridad en el corredor fronterizo tomando las decisiones políticas, policiales, judiciales, económicas y sociales del caso, porque como se ve, todos los aspectos de la vida diaria están siendo severamente afectados por esa frontera descontrolada.

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