La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
Pandemia corrupta
Ni tragedias como por la que atraviesa el planeta evitan las ganancias mal habidas de contratistas, gobernantes y politiqueros.
Image
La opinión
La Opinión
Jueves, 9 de Abril de 2020

Atún a $19.000, sobrecostos en mercados, camas hospitalarias como si fueran de oro y otros actos propios de la pandemia corrupta que siempre ha corroído a Colombia, saltaron de nuevo a la palestra en esta emergencia sanitaria generada por el coronavirus, hecho por  el cual los organismos de control abrieron diez investigaciones en el país.

Definitivamente, no cambiamos. Ni tragedias de la magnitud como por la que está atravesando el planeta evitan que las ganancias mal habidas a costa de lo que sea y como sea sigan siendo la razón de ser muchos contratistas, gobernantes y politiqueros.

Pero claro, ya vendrán las excusas perfectas y casi que providencialmente elaboradas para deslumbrar  a los investigadores y todo terminar siendo otro capítulo más de la ya larga y triste historia del pasaje corrupto colombiano en donde se calcula que los colombianos pierden hasta 50 billones de pesos.

Confiando en que tal vez el coronavirus ayude a afilarles los dientes a la Fiscalía, Procuraduría y Contraloría y así de esta manera no ‘traguen entero’ cuando les vayan a explicar cómo es que atunes al por mayor cuestan $15.000 más que  al ser adquiridos al detal, como pasó  en Arauca, o que los mercados repartidos en el Cesar alcanzaron sobreprecios casi que de $40.000.

Creemos que los  vecinos araucanos  y cesarenses no van a ser convencidos de que eso obedeció a los costos de estampillas o trámites administrativos, etcétera, porque dichas excusas no cuadran en esta época y debe actuarse con rigurosidad y sin contemplaciones por parte de las llamadas ías.

Devolviendo la mirada a la época de la normalidad, no podemos olvidar  los grandes escándalos por la acción rapaz desatada contra los recursos de la salud, en casos tan sonados como el ‘cartel de la hemofilia’, el despilfarro de dinero por parte de algunas EPS como aquella en que resultaron invirtiendo dinero en campos de golf y en sedes para equipos de fútbol y para costear costosísimos viajes al exterior.

Ni qué decir de las maniobras de los políticos para poner sus fichas en hospitales y ESE para desde la gerencia hacer de las suyas convirtiendo a la salud no solamente en una mercancía, sino también en un mecanismo de manejo burocrático para alimentar sus caudas electoreras y por el otro lado favoreciendo toda esa oleada de contratación sin privilegiar los valores éticos y pasando por alto todos los cánones que la regulan.

Si nos ponemos a ver, buena parte de las consecuencias de esa carga de hechos irregulares finalmente volvieron absolutamente débil al sistema de salud colombiano que hoy está buscando ‘blindarse’ rápidamente para tratar de hacerle frente a esta pandemia que lo puede poner en riesgo absoluto, porque de desbordarlo, tendrá dramáticas consecuencias.

Además, el mismo sistema actual de manejo por parte de las EPS tendrá que ser revaluado para  determinar si es mejor o no acabar y montar un sistema diferente al de este mecanismo de intermediación en la salud  colombiana, que como se ha visto en tiempos normales, ya tenía serias dificultades para ofrecer una atención oportuna y digna a los pacientes y afiliados. 

El momento actual, en que estamos como si nos hubiera caído un asteroide, debemos no permitir  que el reciente pasado siga rigiendo y que empecemos a definir nuevas estrategias en salud porque este sacudón pandémico nos volvió a recordar lo que ya sabíamos pero que habíamos olvidado, tal vez, por el corre corre de nuestra sociedad.

Temas del Día