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Editorial
Pandemia de la discriminación
El coronavirus está desenmascarando muchas facetas oscuras del comportamiento humano.
Domingo, 12 de Abril de 2020

Señores médicos, enfermeras y bomberos por favor no usen el ascensor, no nos pongan en riesgo, atte., vecinos.

-Les han indicado que no los llevan debido a que los contaminan o les cobran tarifas de taxis que no son legales.

-¿Niña, usted ya se va a ir? Es que la gente está impaciente con su presencia aquí, le dijo el empleado de un supermercado a una médica. Y también está el caso de un famoso restaurante que se rehusó a hacerle un domicilio a una enfermera.

Definitivamente, el coronavirus está desenmascarando muchas facetas oscuras del comportamiento humano, que en este caso se refiere al de la discriminación contra los trabajadores de la salud en varias ciudades colombianas.

¿Qué le pasa a nuestra sociedad que cae en esos extremos?

La respuesta clara y pura está en que los colombianos padecemos  de  un altísimo déficit de humanismo, de respeto por el otro y de consideración en favor de  los demás, al primar un individualismo absurdo que inocula indiferencia y actitudes discriminatorias como las descritas y denunciadas en el país.

Olvidan quienes así proceden, que los médicos, enfermeras y demás profesionales de esas ramas, siempre se cruzan en nuestro camino: al nacer, cuando estamos enfermos, cuando cae enfermo un familiar o amigo y finalmente al morir, porque hasta el certificado de defunción lo firma un legista.

Por lo tanto, suena excesivamente contradictorio aquello de los aplausos y de llamarlos ‘nuestros verdaderos héroes’, todo eso para mostrarlos en redes sociales y para la foto, pero en la realidad el rostro nos muestra una actitud cargada de intolerancia.

Y como se ha dicho que esta temporada de cuarentena debería servir para reflexionar, se pregunta uno, a manera de insumo para la deliberación: ¿Por qué sí les permiten usar el ascensor a los corruptos? ¿Por qué sí les hacen carreras a los politiqueros que en estos tiempos no dan la cara? ¿Por qué si dejan entrar a los traquetos al supermercado?

Se fijan que esos antivalores, con la fuerza de propagación de un virus, han llegado a permear de tal manera a nuestra patria, que hemos llegado a poner en los pedestales a quienes no se lo merecen. 

Y este cuadro de la COVID-19 que parece sacado del Infierno de Dante, es bueno que se reproduzca crudamente en Colombia, porque esa es la manera de obligar a sacar a flote las consideraciones éticas y de valores que es urgente restablecer, para que entendamos de una vez por todas que en la educación, la investigación, la ciencia y la tecnología reposa buena parte de nuestro futuro, contrario a los estereotipos de la cultura mafiosa y del dinero fácil que todo lo compra y todo lo puede.

Sin embargo, tampoco debemos echar en saco la posibilidad de que estos ilógicos comportamientos pueden tener  una lectura desde el punto de vista de la salud mental que en estos inusuales tiempos pudiera estarse viendo afectada entre la población por el estrés ante la amenaza del coronavirus, el encierro y sus múltiples problemas que la agobian. 

Está plenamente demostrado que son los médicos, el personal de enfermería y los auxiliares de la salud los que hoy nos dan una lección de profesionalismo. Señalarlos, cuando son quienes están en la primera línea de batalla arriesgando su vida a cambio de poner su conocimiento al servicio de todos los ciudadanos que lo requieran en esta contingencia, es una infamia que no puede permitirse. Desde este espacio queremos rendir un reconocimiento a esa labor que hoy nos permite a todos los colombianos confiar en que podremos salir de esta y tener esperanza en el futuro.

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