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Editorial
¿Paraíso narco?
En una ciudad en la que dinero fácil es tan evidente, estas noticias disparan la desconfianza en las autoridades.
Martes, 15 de Agosto de 2017

Para muchos es un secreto a voces que Cúcuta es una ciudad que se ha ido convirtiendo, con el tiempo, en un paraíso de la ilegalidad. 

Las ventajas que brinda estar ubicado en zona de frontera, la cercanía con el Catatumbo, la permisividad de las autoridades y la costumbre del dinero fácil que se ha ido volviendo ley, han planteado unas condiciones idóneas para que así sea. 

Y algunos hechos recientes que han sacudido a la opinión pública local por ser tan insólitos como absurdos,  terminan reforzando aún más esta idea.  

Uno de esos hechos tiene que ver con la detención de Henry Carillo Ramírez, un empresario que utilizaba distintas empresas como fachada para cubrir una verdadera mafia dedicada a la producción, comercialización y tráfico de cocaína desde la frontera hasta Europa y Estados Unidos. 

Pero las circunstancias en las que fue detenido, lo que se ha conocido de sus negocios y de la manera en que lavaba el dinero proveniente de la droga, llaman poderosamente la atención. 

Lo primero que sorprende es que la operación fue coordinada por la misma DEA desde Estados Unidos con el apoyo de la policía antinarcóticos de Colombia. 

Pero a pesar de tratarse de un peso pesado del narcotráfico, considerado por Estados Unidos como un eslabón clave en el sistema de tráfico de estupefacientes por liderar una organización criminal con estructuras propias de producción, rutas seguras para el transporte hacia Venezuela, Islas del Caribe, Estados Unidos y Europa en  barcos pesqueros o veleros, sorpresivamente en Colombia no tiene ningún registro ni antecedente criminal. 

Según las autoridades locales, Carrillo una sola anotación ni proceso alguno pendiente con la justicia colombiana. 

¿Quién puede explicar que un hombre con un semejante prontuario no figure en el radar de las autoridades?

En una ciudad en la que dinero fácil es tan evidente, estas noticias disparan la desconfianza en las autoridades y en los organismos de inteligencia, pues confirman, una vez más, que Cúcuta puede ser un paraíso para este tipo de actividades delictivas. 

La mayor sorpresa en todo este asunto, es que Carrillo se ganó millonarios contratos nada más y nada menos que con la Policía, para quien trabajó realizando mantenimiento de vehículos y suministrando repuestos. En este contrato también prestó servicios a los vehículos de la policía antinarcóticos. 

En ninguno de estos contratos con entidades públicas, entre las que figuran también el Sena, la alcaldía de Mutiscua y el Inpec, operó de forma correcta el filtro de revisión de antecedentes. 

Varios días después de su captura, empezaron a conocerse más detalles de su prontuario: que mantenía una estrecha  relación con quien fuera el mandamás del Catatumbo, Megateo; que alcanzó a enviar 150 toneladas de cocaína a EE.UU. y Europa; que montó una empresa de vigilancia y seguridad para blindarse ante una eventual disputa con otros grupos y que las 24 horas del día lo vigilaban al menos unos 20 hombres armados hasta los dientes. 

Pero en Cúcuta nadie sospechó. Hoy, cuando se oye el run run de que ya existe una lista con capturas de personajes similares a Carrillo, vale la pena preguntarse: con estos antecedentes, ¿podrá Cúcuta algún día dejar de ser un paraíso para narcotraficantes y delincuentes?

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