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Editorial
Perder ganando
Por ahora, otras preocupaciones tienen que inquietar a los gobernantes.
Lunes, 16 de Octubre de 2017

Si perder es ganar un poco, como en mala hora alguien pensó, tal vez, como en el caso de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en las elecciones regionales del domingo en Venezuela, ganar si sea perder mucho. Esto parece más real, al menos en política electoral.

Porque si bien la MUD ganó cinco de las 23 gobernaciones, tres de ellas lo fueron a nombre de Acción Democrática, la vieja y socialdemócrata AD, que ahora se convierte en la primera fuerza de oposición. La MUD, en sí, solo obtuvo un triunfo. El otro fue para Primero Justicia (PJ), en Zulia, donde cayó un  histórico de la revolución: Francisco Arias Cárdenas.
 
Estas victorias de la oposición son pírricas, en especial porque perdió la gobernación emblemática de Miranda, desde donde Enrique Capriles se erigió hasta tener el poder en sus manos. Hasta cuando se les dio a los líderes de la MUD por sacar a los muchachos a la calle a derrocar al presidente Nicolás Maduro a pedradas, para luego abandonarlos cuando ya iban 126 muertos, para irse en busca de las elecciones que, les pareció, podrían hacerlos pequeños Maduros regionales. Cosas de la ambición ciega de quienes creen suyo el poder de los demás.

Y quizás haya quien perdone muertes tan recientes, pero no hay nadie que olvide. Y menos, cuando quienes incitaron e invitaron a morir a la juventud venezolana, simplemente le echaron tierra al asunto, ni siquiera a las víctimas, y se dedicaron a lo que siempre buscan: el poder, a costa de lo que sea, y mejor si los sacrificados son los otros…

El hecho claro es que la revolución sigue en el poder luego de 16 elecciones, pero las condiciones a las que se deberá enfrentar luego de su victoria el domingo, serán condiciones que, muy en lo íntimo, Maduro y su gente quizás pudieron desear que les tocara a otros enfrentar.

Porque tendrá que hacer malabares y comprometer lo que sea, con tal de hacerle frente a la deuda de 100 mil millones de dólares que acogota a Venezuela. En caso de default, o sea, si incumple sus obligaciones, los prestamistas tienen formas de cobrarse: podrían bloquear activos —como refinerías, tanqueros y cuentas— de la estatal petrolera Pdvsa, y de paso profundizar la crisis humanitaria venezolana.

Porque las protestas seguirán, y aunque la tensión política bajó un poco, por las elecciones, la escasez de alimentos enardece los ánimos de muchos  

Entre octubre y noviembre, Venezuela y Pdvsa deberán pagar 3.800 millones de dólares en vencimientos de bonos. Es probable que el gobierno pague, pero podrá quedarse sin el dinero del diario, como diría un a ama de casa, pues lo único que hay para echarle mano son 10.000 millones de dólares en lingotes de oro.

¿Qué harán Maduro y su gobierno? Quizás renegocien la deuda, pero para ello les pedirán que anule la Asamblea Constituyente. ¿Lo harán?

Por ahora, otras preocupaciones tienen que inquietarlos: entre los gobiernos perdidos están Zulia, Táchira y Nueva Esparta, tres estados limítrofes, dos de ellos con Colombia, de la que dicen puso los electores para que la oposición ganara.

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