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Editorial
Perdiendo el año
Es probable que los índices hayan bajado en Cúcuta, Los Patios y El Zulia, pero por lo de La Parada, las autoridades están perdiendo el año.
Sábado, 20 de Enero de 2018

Algún secreto muy profundo e inconveniente debe guardar La Parada, para que el Estado se mantenga al margen de todo cuanto ocurre en ese lugar, que no es nada bueno. 

El grave hecho de que en 20 días de enero se hayan cometido nueve asesinatos en serie, indica con toda claridad que la Policía prefiere hacer cualquier cosa antes que meterse a investigar y prevenir en esa intrincada red de callejones.

Porque es a la Policía a la que corresponde la prevención del delito, y más, cuando del delito se hace una forma de vida, como sucede en La Parada y en otros lugares de la frontera, como Puerto Santander, por ejemplo.

También, por supuesto, tienen que intervenir la Fiscalía, la Dian, los jueces, de algún modo el Área Metropolitana, y develar el gran secreto. Sin excusas, sin dilaciones, sin términos medios, sin declaraciones ambiguas… 

Porque cuando la Policía interviene, porque le toca estar en los comienzos de cada investigación, lanza, casi que automáticamente, las mismas conjeturas sobre las causas: los matan porque se niegan a pagar extorsiones. Tal vez sea así, pero ¿y si hay otras razones? ¿Ha examinado la Policía la coincidencia de que las víctimas son venezolanas? ¿Mera casualidad…?

Pero, si se saben las causas, ¿por qué no se conocen los causantes?

El año pasado, numerosos tiroteos en el mismo lugar, que causaban terror entre quienes cruzaban el puente internacional Simón Bolívar, fueron atribuidos a venezolanos que disparaban desde allá contra rivales colombianos, pese a que, en muchas ocasiones, la multitud se dio cuenta de que las balas también salían desde La Parada.

¿Qué hay allí? La verdad, las reiteradas explicaciones oficiales no convencen a los ciudadanos, cada vez más aterrados de los altísimos niveles de inseguridad a los que se ha llegado en esa zona del Área Metropolitana.

Es probable que los índices delictivos hayan bajado en Cúcuta, Los Patios y El Zulia, pero lo que viene ocurriendo en La Parada, a solo 20 días de empezar, es en verdad preocupante.

Cuando un alcalde como Pepe Ruiz —como todos, conocedor a fondo de su pueblo— se atreve a decir que la criminalidad en Villa del Rosario, y concretamente en el corregimiento La Parada “se está saliendo de las manos” de la autoridad, está siendo moderado, porque, en realidad, con tantas muertes, con tanto contrabando que va y viene, con tanta extorsión, como señala la Policía, la única conclusión es que eso que dice el funcionario ocurrió desde hace un buen rato.

¿Qué tienen que decir el gobernador de Norte de Santander, el ministerio de Defensa, la Brigada 30, la Dian, la Cancillería, en fin, todas las autoridades que tienen relación con la frontera, sobre esta situación que está aniquilando las pocas esperanzas de los nortesantandereanos en un futuro diferente?

Si alguien se preocupara por impedir que al país entren quienes no pueden hacerlo, por la razón que sea, es muy posible que esos venezolanos pudieran estar vivos en sus pueblos. Pero mientras la frontera y sus controles sean burlados, por decisión de las autoridades colombianas, es muy poco lo que se puede hacer.

Pero esta no debe ser razón para que La Parada siga convertida en el reino de impunidad que es.

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