Con la entrada el 7 de agosto a la Casa de Nariño de Gustavo Petro en compañía de su esposa Verónica Alcocer y sus hijos, significó la llegada a Colombia de un gobierno de izquierda en un cambio histórico que genera una gran expectativa.

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Después de haber estado siempre como opositor, ahora comienza a manejar un país de 50 millones de habitantes, afirmando que despachará como jefe de Estado para todos, en un mensaje dirigido hacia esa sensación de la existencia de dos Colombias políticamente irreconciliables.

En unas palabras que el hasta hace poco exsenador y ahora primer mandatario expuso ante los miembros de su gabinete que posesionó horas después de haber asumido, dejó entrever que esa esperanza podría volverse añicos por diversas razones.

Por eso les dijo que ni un solo segundo se puede perder, que no es válido cometer errores  porque todos los flashes del mundo estarán sobre ellos y que la corrupción no es la opción, puesto que las consecuencias serían muy graves.

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La euforia de lo sucedido este domingo, con la plaza de Bolívar llena, diversas delegaciones internacionales presentes que incluyó la primera orden presidencial de Petro, de llevar al lugar donde dio el discurso, la espada de Bolívar, se aclimatará para dar paso al trabajo presidencial.

Como gobernante progresista, a Petro le corresponde ahora empezar a desgranar la serie de  acciones que prometió en la campaña  que le llevaron al poder con más de 11 millones de votos en la segunda vuelta presidencial.

Llega entonces la hora de analizar los elementos que hacen parte del decálogo enunciado por Petro en el discurso en que asumió el poder para proceder a tomar medidas en diversos sectores, para lo cual requerirá el concurso del Congreso de la República, en donde empieza con una ‘luna de miel’ que parece holgada hacia la búsqueda del apoyo a las reformas planteadas.

Muchos de los enunciados que había venido exponiendo, los ratificó al portar la banda presidencial, pero uno de los que llamó la atención ayer, fue el relacionado con la lucha de mano firme y cero tolerancia contra la corrupción.

En ese punto quedó sonando la afirmación de que la inteligencia del Estado irá tras los funcionarios, contratistas y todo aquel que se ha enriquecido a costas de la corruptela con los recursos del Estado. 

Ahí queda un elemento de transparencia que habrá que verse cómo se irá a emprender, pero que resulta esencial para intentar contener esos robos asombrosos y billonarios que en últimas afectan a la mayoría de los colombianos.

Como es obvio, todo esto irá a ser tomado con pinzas y diseccionado con bisturí para determinar los reales alcances, aunque es lógico que deberá tener el margen no oficial que se les da a todos los recién posicionados presidentes, como es el de los cien días, para poder tener más elementos de juicio.

Para  Norte de Santander, la paz completa en la que trabajará el nuevo gobierno quien ha llamado a su mandato como ‘la segunda oportunidad’, se espera es que fluya para ver si podemos salir de este conflicto sin fin, pues no olvidemos que aquí es un microcosmos de todas las formas de violencia que se registran en Colombia.

En ese sentido, confiemos que esta frase de Petro vuele al mundo de lo material, porque aquí lo requerimos con urgencia: “No podemos fallarle a la sociedad colombiana. Los muertos se lo merecen, los vivos lo necesitan. La vida debe ser la base de la paz”.  Al comienzo hablamos de que hay expectativa por este nuevo mandato, hay algunos analistas que afirman que en Colombia existe ansiedad por tener en el poder a un izquierdista. Este ambiente ansioso se reparte entre los seguidores y detractores. El tiempo será el juez.

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