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¡Pidan un deseo!

Algunos deseos, de urgente materialización, quedan en el ambiente para que en las próximas celebraciones ojalá tengamos que destapar champaña para decir que muchos de los males son cuestión de un pasado.

Sobre una gigantesca torta, Cúcuta apagó las 288 velitas por su cumpleaños cuando sobre las tierras donadas por doña Juana Rangel de Cuéllar se levantó la que hoy es la capital de Norte de Santander y una de las ciudades más importantes en la frontera con Venezuela.

Algunos deseos, de urgente materialización, quedan en el ambiente para que en las próximas celebraciones ojalá tengamos que destapar champaña para decir que muchos de los males que arrastramos son cuestión de un pasado, porque empezaron a surtir efecto los planes para combatirlos.

-El desempleo, que se vino a vivir la ciudad desde mucho antes de la pandemia y del paro nacional, ojalá empiece a descender de manera sostenida hasta dejar de tenernos en los primeros lugares de la lista nacional.

-La pobreza monetaria, en la que también somos campeones, tendría que irse como consecuencia de una real política de reactivación económica y de generación de empleo que de paso se llevaría de la mano a la informalidad.

Es que si ocurriera ese milagro económico y social de verdad que la capital de Norte de Santander podría darse por bien servida porque hasta se le pondría tatequieto definitivo a los politiqueros a quienes no les interesa acabar la miseria, porque ahí está su caudal electoral a costa de promesas falsas, unas cuantas tejas, un mercado o un billete, para reaparecer cada cuatro años.

Entonces, lo que logre hacerse entre los sectores público y privado con el respaldo de entidades de cooperación internacional, es realmente saludable socioeconómicamente para una ciudad de 777.106 habitantes y que igualmente es una de las que más migrantes venezolanos alberga.

Recuperar una insignia como es el Cúcuta Deportivo, resultaría siendo uno de los mejores regalos para la ciudad que siempre se ha unido en torno al club motilón que hoy espera la devolución del reconocimiento deportivo y una inyección de apoyo financiero empresarial.

Al ir enlazando estos propósitos, diríamos que sería posible lograr la materialización de las utopías para edificar proyectos deseables y consolidar una sociedad favorecedora del bienestar humano en esta parte del territorio colombiano.

Otro gran deseo de los cucuteños es que la operatividad policial dé resultados y así dejemos de asistir a espectáculos como el de las bandas de atracadores motorizados, el fleteo, el robo de celulares y el desborde de los homicidios.

Pero algo de lo que siempre nos hemos quejado y casi nunca recibimos respuestas positivas, es la actitud de los concejales y congresistas frente a los asuntos de la ciudad, dándoles la razón a quienes consideran que nuestra clase política va por el sendero equivocado frente a las dificultades regionales. Ojalá cambiaran porque de pronto un día de estos los van a cambiar a todos con el voto castigo.

Y otros deseos que se escuchan en las esquinas y en las tertulias cucuteñas se refieren a asuntos como:

-La pronta apertura de la frontera con Venezuela al comercio bilateral.

-Tener más kilómetros de ciclorrutas ahora que la bicicleta se ido popularizando.

-Que cambien esas busetas viejas por mejores vehículos de transporte urbano.

-Que la corrupción sea derrotada en los estrados judiciales y en las urnas.

-Que no vayan a permitir que otra vez la pesadilla del terrorismo se apodere de la ciudad.

-Que los ciudadanos seamos más solidarios, cívicos, cumplidores de la ley y comprometidos con el bienestar de Cúcuta.

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Viernes, 18 de Junio de 2021
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