La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Plantas de tratamiento

Hace cerca de 30 años se había hablado de lagunas de oxidación para la descontaminación de la cuenca del Pamplonita. Ahora, las PTAR hacen parte del proyecto para salvar nuestros ríos. 

El olor a cloaca y la espuma que se forma en varios puntos del río Pamplonita y las aguas servidas que caen al río Zulia, apetecido por los bañistas en épocas de paseo de olla, van a ser cosa del pasado con el acuerdo de voluntades regional y nacional para materializar las plantas para contrarrestar la contaminación hídrica en esta parte de Norte de Santander.

Es de la mayor trascendencia lograrlo para mejorar la salubridad de la población y cerrarle la puerta a los focos de enfermedades y de deterioro de las condiciones de vida, que son fundamentales como nos lo ha probado la pandemia que nos azota.

También podremos empezar a quitarnos el INRI de que el departamento en ese campo está en el mismo lamentable estado de los pueblos de África Subsahariana, y que Cúcuta es en Colombia la única capital con más de 500.000  habitantes que no cuenta con planta de tratamiento de aguas residuales.

Evidentemente que el billón de pesos que se necesita para las PTAR de Cúcuta será la plata mejor invertida en la región en mucho tiempo, por el impacto que esto generará desde diferentes aspectos para la comunidad residente a la largo de los ríos y para la población en general.

Se trata de una planta principal que va a tratar las aguas del Pamplonita, que recibe la gran carga de contaminación, más las plantas de Tonchalá y Quebrada Seca, y es posible que haya una cuarta, como se ha expuesto en las alternativas presentadas.

El proyecto va más allá del beneficio que pueda brindar a Cúcuta, porque Villa del Rosario, Los Patios y El Zulia y demás municipios periféricos también son aportantes de cargas residuales que se vierten a los ríos Táchira, Zulia y Pamplonita, según lo expuesto por la Alcaldía cucuteña.

Quitarles de la garras de la contaminación a dos ríos tan emblemáticos, será de por sí una enorme ganancia de gigantes beneficios medioambientales y de desarrollo económico y social.

Eliminar las aguas negras que hoy se descargan sin control alguno y que corren libremente, también es sin duda un elemento que no tiene precio en la conservación de estas fuentes que surten nuestros acueductos y que también llevan vida y son un ecosistema de alta valía.

Para demostrar que en verdad se trata de una decisión histórica y por muchos años aplazada, debemos recordar que Cúcuta tiene una generación de carga contaminante de 2.000  litros por segundo de los cuales más del 60 por ciento va al Pamplonita y el restante cae al Zulia, por las aguas negras que llevan Quebrada Seca y la quebrada Tonchalá.

Debe reconocerse el compromiso asumido por el Gobierno Nacional desde el Ministerio de Vivienda y el viceministerio de Agua y Saneamiento Básico, de las alcaldías del área metropolitana de Cúcuta y de la Gobernación de Norte de Santander, porque esta es la forma debida para construir desarrollo humano, al conjurar males que por siempre han estado ahí.

Ahora de aquí adelante lo fundamental es avanzar muy rápido en este megaproyecto, teniendo en cuenta que la administración del presidente Iván Duque priorizó a Norte de Santander dentro del programa de saneamiento de vertimientos.  

Image
La opinión
La Opinión
Martes, 22 de Septiembre de 2020
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día