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Editorial
Pobreza histórica
Al tener graves problemas de desempleo, que siempre nos han tenido entre los cinco o seis primeros en la tabla en Colombia, y la informalidad de la que somos campeones, es obvio que el panorama tenga que ser el de una ciudad agobiada por la pobreza.
Viernes, 7 de Mayo de 2021

La pandemia del coronavirus  ha hecho pensar que algunas de  las situaciones que suceden, como el desempleo, la informalidad o el resquebrajamiento del tejido empresarial es cosa de ahora, como consecuencia de la crisis sanitaria. Pero no hay tal.

En el caso específico de Cúcuta, un repaso por la historia reciente dejó en evidencia que lastimosamente muchos de los males que se empeoraron con la coyuntura actual vienen de años atrás, con una tendencia a mantenerse otra larga temporada.

Coloquialmente podemos decir que la acuciante pobreza en sus diversas manifestaciones ha envejecido mal y que desde hace mucho tiempo campea en esta ciudad fronteriza con Venezuela, como lo han indicado las cifras oficiales y mediciones independientes, desde hace varios años.

Y tampoco es que su surgimiento ocurriera por la oleada migratoria desde el vecino país, eso tampoco es realmente cierto.

Es que lógicamente al tener graves problemas de desempleo que siempre nos han tenido entre los cinco o seis primeros en la tabla en Colombia y la informalidad de la que somos campeones, es obvio que el panorama resultante tenga que ser el de una ciudad agobiada por la pobreza.

Sin incluir a 2020, que es atípico por el ataque de la COVID-19, se advierte que entre 2011 y 2019 ese flagelo fluctuó entre el 33,9% y el 45,5%, luego la advertencia es que tenemos que poner toda la energía a enfrentar y conjurar los factores que empujan a la población a caer en ella, pues hasta el hambre, la desnutrición y la enfermedad son las otros costos que acarrea para la sociedad.

Y al analizar también entre 2011 y 2019 el comportamiento de la pobreza extrema en la ciudad, es igualmente preocupante como se nota su crecimiento sostenido para saltar del 5,7% al 10%, en tiempos de la ‘vieja normalidad’.

Y así como cuando se habla de la inseguridad y de la urgencia de efectuar labores desde el punto de vista social y económico, lo mismo hay que hacer aquí, con una discusión sobre  el modelo que hemos tenido aquí y si es necesario reformularlo.

Porque lo natural es que en pandemia todo se contrajera, estancara y sufriera severas consecuencias, pero que en nueve años la veleta de la pobreza diera vueltas y vueltas y sonara como un moscardón al que no se le puso atención, es algo que denota que hay grandes fallas estructurales en la economía local y regional.

Qué bueno sería que en la Cámara de Comercio de Cúcuta se echaran ese problema al hombro y en un compromiso real con todos los habitantes de la ciudad diagnostiquen pero sobre todo, emitan un plan de acción certero para salir de ese atolladero, en el entendido que de seguir así, la crisis se acelerará y el estancamiento continuará.

En la labor que ojalá asuma la entidad cameral pudieran participar las facultades de economía locales, los analistas especializados como por ejemplo Cúcuta Cómo Vamos y las administraciones del área metropolitana y de Norte de Santander.

Simplemente mirando el listado año a año del comportamiento de la pobreza, insistimos en tiempos en que la salud  humana no estaba en peligro evidente como ahora, la otra conclusión que surge es que pareciera que la región se quedó en una zona de confort, sin tener muy presente que tarde o temprano la grave crisis socio-económica empezaría a causar los problemas obvios, entre ellos el de la inseguridad, que tiene ahí una forma de alimentarse, crecer y de hacerse fuerte.  

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