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Por una mejor ciudad

Cúcuta se ha mantenido en el primer lugar entre 13 ciudades y áreas metropolitanas con menor ingreso en los últimos 4 años.

Ninguna persona de hoy vive en una ciudad que haya sido hecha a la medida de sus necesidades. Para todos sus habitantes, la ciudad es hostil, enemiga, a veces, un monstruoso engendro en el que se tiene que sobrevivir como se pueda…

En ese sentido, el ser humano ha dado pruebas insoslayables de resiliencia, es decir, de esa capacidad de adaptarse a un medioambiente diseñado casi que para aniquilarlo, en vez de que sea para acogerlo, protegerlo y facilitarle la vida.

Es, entonces, tarea de los gobiernos —fundamentalmente de los locales— la de encontrar recursos, los que sean necesarios, para hacer de cada ciudad un sitio vivible, un lugar donde los habitantes, además de seguir en la tarea de sobrevivir, ganen en bienestar y progreso, lo que significa que cada día vivan de mejor manera, que estén inmersos en el progreso que se espera logre la sociedad.

Hace pocos años, científicos de la universidad de Harvard crearon la manera de medir ese avance, mediante el Índice de Progreso Social, una cifra que se logra al tasar cuantitativamente 54 variables específicas, iguales para todas las ciudades.

En reciente medición, en la que por primera vez se incluyó a Cúcuta, cifras y datos fueron más que desalentadores: de 10 ciudades medidas, Cúcuta es la ciudad de menor IPS, es decir, la ciudad colombiana con menor nivel de bienestar fundamental, necesidades humanas básicas satisfechas y oportunidad de progreso.

No es nuevo el asunto, solo que es la primera vez que lo miden con medios probados en otras partes. Pero, tampoco son nuevas las razones que expliquen esta situación: corrupción, ilegalidad, pobreza, desempleo… en fin, una problemática tan compleja como esquivada por las autoridades locales.

Según otros estudios, en términos absolutos, Cúcuta se ha mantenido en el primer lugar entre 13 ciudades y áreas metropolitanas con menor ingreso en los últimos 4 años. Entre 2010 y 2015, el ingreso per cápita promedio fue de 454.550 pesos, inferior a un salario mínimo. Además, es la segunda ciudad con mayor crecimiento de la indigencia, después de Armenia.

Además, según la encuesta de percepción ciudadana (EPC) 2014-2015 del programa Cúcuta, cómo vamos, 30 por ciento de los habitantes se consideran pobres, 5 por ciento más frente a 2014 (principalmente por la falta de empleo; 6 por ciento más reportó que algún miembro tuvo que comer menos de tres comidas diarias; 5 por ciento adicional considera que la situación económica en su hogar ha empeorado (por el mayor costo de los servicios públicos y alimentos) y 5 de cada 10 piensan que las cosas en la ciudad van por mal camino. A esto se suma que el orgullo por Cúcuta y la satisfacción con ella como una ciudad para vivir, también disminuyeron 8 por ciento con respecto a 2014, cuando registraron 72% y 73%.

Duros días les esperan a las autoridades locales para trabajar de tal manera que reviertan la imagen que tienen de ellas los cucuteños, y satisfagan a cabalidad tantas necesidades básicas como persisten.

Claro que, aunque hagan esfuerzos demoledores, nada lograrán si primero no derrotan la corrupción y enfrentan, con hechos, la creciente opinión según la cual, en vez de dedicar todos los recursos del Estado para hacer de Cúcuta la ciudad vivible que se espera, se busca muchas veces favorecer intereses y negocios personales… Y así, no hay nada que se pueda hacer.

 

Martes, 22 de Noviembre de 2016
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