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Editorial
Protección necesaria
Los niños, niñas y adolescentes también están faltando a sus controles de salud anuales y a las vacunas de rutina. La mitad de los adolescentes ha experimentado un aumento del estrés o la ansiedad durante la pandemia.
Lunes, 20 de Septiembre de 2021

Nos toca volver a ocuparnos en este espacio de la devastadora calamidad que azota a los niños, niñas y adolescentes de las Américas como consecuencia de la imparable pandemia del coronavirus.

Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ha sido fuerte el impacto de la COVID-19 en su salud mental y física, por lo que ha reiterado a los gobiernos y autoridades de salud pública a adoptar las medidas y acciones para su protección y defensa, incluida la reapertura segura de las escuelas.

Las estadísticas que tiene la OPS indican que el año pasado se registraron más de 1,5 millones de casos de COVID-19 en niños, niñas y adolescentes en la región, mientras que en los primeros nueve meses de 2021 ya se han contabilizado más de 1,9 millones. Aunque este grupo de población generalmente presenta síntomas leves o ninguno, también puede desarrollar una enfermedad grave. En total, en las Américas se notificaron 23.300 muertes relacionadas con la COVID - 19 en la última semana. 

“A medida que más adultos reciben sus vacunas contra la COVID-19, los niños – que aún no pueden ser vacunados en la mayoría de los países – están representando un mayor porcentaje de hospitalizaciones e incluso de muertes; por lo tanto los niños también se enfrentan a un riesgo importante de esta enfermedad”, ha dicho la doctora Carissa F. Etienne, directora de la OPS.

Además, impactos secundarios están golpeando a esta población con especial dureza, pues, el virus tiene consecuencias indirectas y está entorpeciendo su crecimiento y desarrollo, y poniendo en peligro sus posibilidades de un futuro seguro y alentador.  

A las autoridades de salud del continente les preocupa el impacto negativo de no concurrir a la escuela en persona. En su opinión, con cada día que pasan sin ir a la escuela en forma presencial, mayor es la probabilidad de que nuestros niños y adolescentes abandonen y no regresen nunca más a las aulas. En particular para las niñas, esto puede tener consecuencias duraderas.     

“La pandemia ha desencadenado la peor crisis educativa que hayamos visto en la región”, dijo en días pasas la directora de la OPS.

Los niños, niñas y adolescentes también están faltando a sus controles de salud anuales y a las vacunas de rutina. La mitad de los adolescentes ha experimentado un aumento del estrés o la ansiedad durante la pandemia, pero los servicios de salud mental y apoyo siguen estando fuera del alcance de muchos, según lamentó la funcionaria. 

A su vez, los confinamientos y las perturbaciones económicas han aumentado el riesgo de violencia doméstica que puede hacer que el hogar sea inseguro para muchos de ellos. 

Para reducir los efectos negativos en esta población, los países deberían hacer “todo lo posible para reabrir las escuelas de forma segura”, recomienda la OPS.

Entre tanto, los niños, niñas y adolescentes deben practicar las medidas de salud pública de eficacia probada: distanciamiento físico, frecuente lavado de manos, uso del tapabocas, y evitar las aglomeraciones. También, someterse a pruebas si desarrollan síntomas o se sospeche  que están contagiados por Covid.

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