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Editorial
¡Qué buena fiesta!
La versión 15 de la Fiesta del Libro de Cúcuta arroja un balance a todas luces extraordinario y satisfactorio.
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Domingo, 8 de Septiembre de 2019

De principio a fin, la edición 15 de la Fiesta del Libro de Cúcuta demostró que la frontera tiene la suficiente madurez para esta clase de encuentros culturales, literarios, históricos, musicales y académicos, que encaja dentro del sueño que tenía Julio Pérez Ferrero cuando hace 100 creó la biblioteca que lleva su nombre de “integrar a los cucuteños en torno a la cultura”.

El balance, por donde se mire, se queda sin adjetivos para destacarla. Los espacios permanentes como los salones del café, el de la memoria y la verdad, el área infantil en que se revivió la ruta del general Francisco de Paula Santander desde Angostura hasta Boyacá y el lugar donde las nuevas generaciones supieron que alrededor del guarapo se cumplían las tertulias de antaño, se llevaron los aplausos.

La organización de la Flic-2019 merece mención especial por despertar entre los cucuteños y nortesantandereanos la binacionalidad que corre por sus venas, al probar que la frontera es algo más que un río, la alcabala, un puente, los agentes migratorios o los guardias. 

Nos referimos a la escenificación de una casa situada en Tres Bocas (Tibú), donde a raíz de la línea que divide a Colombia y Venezuela, los cuartos, la cocina y otras áreas quedaron situadas en nuestro territorio o en el del vecino. Y hablando del otrora rico país petrolero, se escucharon voces de inmigrantes exaltando la voz que se les dio en el escenario de la Flic para exponer otras experiencias de la crisis. “Inclusiva”. “De puertas abiertas”. “Binacional”, se les escuchó.

Todavía ayer, en el último día, no se tenían cifras oficiales, pero lo dicho por quienes han asistido a este acontecimiento en sus distintas versiones, aseguraron que si el éxito se va a medir por asistencia de público, en esta sola variable se supera con creces a la del año pasado. 

Fue tan nutrido el programa de la Fiesta del Libro que las áreas seleccionadas de la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero no permitían ni el aburrimiento ni la distracción de los asistentes, como lo prueban estas cifras: 208 invitados de trayectoria internacional, nacional y regional, 54 presentaciones de libros, 125 talleres en la franja infantil y juvenil, 3 conciertos, 12 actividades especiales y 60 talleristas.

Se contó con la presencia, entre otros, de la historiadora Diana Uribe, Alejandro Gaviria, el profesor Yarumo, María Carolina Hoyos Turbay, el caricaturista Matador y Alonso Sánchez Baute.

Con lo ocurrido entre el 2 y 7 de septiembre en nuestra ciudad, donde muchos afirman que por aquí casi nadie lee, que por aquí muy pocos tienen conocimientos en artes plásticas, que de historia el saber es muy bajo y que de literatura ni hablar, pues la respuesta es que no son tan ciertas esas afirmaciones de los profetas del desastre.

¡Qué bueno! Y son estos programas lo que realmente facilitan y llevan a la construcción de ciudadanos convencidos de que ir a las aguas del manantial del saber y de cultivar el amor por la lectura, la escritura, la poesía, la pintura y las artes escénicas, constituye una misión ineludible para la construcción de una sociedad más humanista y más comprometida con el desarrollo del ser, pues no solo de materialismo vive el hombre. Felicitaciones a Julio García-Herreros, motivador, anfitrión y organizador de esta inolvidable Flic-2019.

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