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¿... qué se ficieron?

Estas personas, dedicadas a impedir por la fuerza la campaña política de la Farc, aman la guerra. 

Qué se fizo el rey don Juan?/ Los infantes de Aragón/ ¿qué se ficieron? Esta es una mínima parte de Las coplas de Jorge Manrique, escritas a raíz de la muerte de Don Rodrigo, su padre. Hoy, el largo poema es una obra cumbre de la literatura.

De allí la sacamos en préstamo, no para cantar la angustia desgarradora por lo perdido, sino para hacer referencia a una situación muy curiosa surgida en estos días en relación con la práctica proselitista de la Farc y la actividad militar del Eln.

Grupos de extremistas colombianos, muy reducidos, por cierto, beligerantes, y sin duda vinculados a sectores políticos radicales de la derecha, enervados por la elocuencia del vocablo procaz lanzado a grito herido desde la manada, tienen cerca del cierre a la campaña presidencial de Rodrigo ‘Timochenko’ Londoño.

De paso, tienen acorralado y en retroceso el proceso de paz de La Habana, y herida la democracia que los energúmenos dicen defender, como también lo decían ‘Timochenko’ y su gente en armas cuando la pasaban matando soldados a tutiplén.

Es una muy llamativa, aunque inexplicable fórmula, esa violenta de defender la democracia aniquilándola. Como si la democracia fuera el Ave Fénix.

El senador Álvaro Uribe también ha tenido que enfrentar situaciones como estas, y salir incólume ante ataques similares generados por estudiantes de universidades, que de los gritos destemplados y de las viejas consignas políticas de izquierda no pasan al intento de linchamiento y a la incitación al asesinato inaplazable.

Estas personas, dedicadas a impedir por la fuerza la campaña política de la Farc, pactada en los acuerdos de La Habana, aman la guerra. No hay duda alguna. Y la aman más en la medida en que no la pelean, pero les deja réditos de diversa índole. Y ¿Quién que gana con la guerra busca terminarla? Nadie, desde luego.

Pero su valentía y su matonería en montonera no les da para más.

Ayer, nada más, con ocasión del magnificado y falso paro armado ‘decretado’ por el Eln, pudo ser una buena oportunidad para llevar a la práctica en el monte lo que con tanta eficacia logran en la ciudad: combatir la extrema izquierda, no dejarla actuar, impedirle avanzar, aniquilarla.

Pero nada de eso ocurrió ayer ni sucederá hoy. Los incitadores de los actos de violencia, con argumentos baladíes, no están para enfrentar al Eln, por ejemplo, y obligarlo a sentarse a hablar de paz. 

Primero, porque los guerrilleros tienen armas y saben usarlas contra quien sea necesario, y segundo, porque al obligar al Eln a la paz, se acaba el negocio de la guerra.

Pero en el sur de Cesar, donde la presencia del Eln fue más notoria con la voladura de puentes claves, mucha gente tal vez se preguntó por nuestros Infantes de Aragón criollos.

¿Dónde están, dónde se metieron? En fin, ¿qué se ficieron, que no salieron a defender la democracia ni a rechazar la violación de los derechos humanos de tantas víctimas de esa guerrilla?

Quizás pasó lo mismo que durante toda la historia con algunas revoluciones, que se tomaban los festivos y se iban de vacaciones…

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Domingo, 11 de Febrero de 2018
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