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¡Qué tortura ser peatón!

Abundan las aceras donde las trampas para los pies son habituales.

Caminar con el coche del bebé sin tropiezo alguno por los andenes, es algo que en muy pocas partes de Cúcuta se puede hacer sin el riesgo de caer, de tropezar con elementos invasores o de salvar riesgosos obstáculos. Uno de los sitios por donde esa marcha transcurre en tranquila y sin necesidad de estar levantando o sacando al bebé del coche, es por el área donde se desarrolló y extendió el proyecto del centro comercial a cielo abierto que arregló y unificó las zonas peatonales para el disfrute de los ciudadanos.

Pero ese mismo ejercicio no se puede hacer, por ejemplo, en barrio como La Cabrera, El Páramo, otros lugares del centro de la ciudad, en Atalaya o La Libertad y en diversos lugares más. Quien lo intente, muy seguramente se identificará con lo que le pasa a Juan de Dios Castañeda, quien al andar por los andenes de su barrio El Páramo, cae a cama dos días, por el suplicio de subir escalones de un metro más de altura, y de esquivar materas, sillas, mesas, carros y motos que obstruyen los andenes del vecindario.

Abundan las aceras donde las trampas para los pies son habituales, porque o hay medidores sin tapa o existen huecos o hay  elementos que sobresalen. Y, lo peor, son las construcciones que se toman hasta el área dedicada al transeúnte, bien sea para el garaje del carro, el funcionamiento de un negocio o hasta la instalación de escaleras, la fijación de sillas y mesas al suelo o el levantamiento pequeños muros para que nadie pase por ahí.

Este desorden en el manejo de uno de los elementos fundamentales del urbanismo y que es vital para la calidad de vida de los ciudadanos, ha dejado un saldo trágico, que debe llamar a la reflexión. Como las personas deben caminar en plena calle, disputándoles el espacio a los carros y motos, en los dos últimos años los datos señalan la muerte de 60 peatones y más de 500 heridos, al ser atropellados.

Queda entonces en manos de la Alcaldía de Cúcuta, en especial de sus secretarías que tienen que ver con ese asunto, como son Planeación, Infraestructura y Gobierno, el establecimiento de una política pública en materia de andenes que debe no solo incluir las respectivas obras para darles uniformidad, sino acciones educativas y de cultura ciudadana, para recordarles a los habitantes para que son esos senderos, para qué son las calles, de qué sirven los parques y plazas y que esos espacios no se deben invadir.

Es muy diciente una conclusión del estudio que en su momento presentara Camacol Cúcuta y Nororiente para elaborar el naufragado manual del espacio público, en la capital de Norte de Santander se han perdido 57 hectáreas de espacio público en la última década.

La discusión sobre el derecho de los peatones en Cúcuta debe ponerse en el centro, porque pareciera que aquí tuvieran preferencia los vehículos, los elementos que le quitan el espacio natural a quienes deben desplazarse a pie. Y como si fuera poco, cuántos transeúntes prácticamente deben lanzarse a la mitad de la calle por donde ruedan raudos los carros, busetas y motos, porque el andén lo tienen ocupado los comerciantes formales e informales que ahora hasta se toman un carril, aparte de que por allí no falta la presencia de automóviles y motocicletas mal parqueados.   

Domingo, 22 de Enero de 2017
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