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Resguardando el agua

El mar de rocas que está reemplazando el cauce normal del río Pamplonita.

Volvimos a escuchar términos como el del caudal ecológico, de los trinches, las concesiones de agua, la extracción de material de arrastre y el mar de rocas que está reemplazando el cauce normal de un río tan querido para nosotros, como es el Pamplonita, que otra vez muestra una calamitosa situación.

Desde hace un largo tiempo hemos advertido la dramática merma de su caudal que nos debe llamar a la reflexión sobre la necesidad de preparar una política pública para la recuperación hídrica, no solo del Pamplonita, sino del Zulia y otros ríos nortesantandereanos.

No podemos pasarnos la vida aplicando medidas  para enfrentar el problema coyuntural porque pudiera llegar el momento que al dejar crecer sin control los males que agobian al sistema hidrológico departamental podría desencadenar en que tanta ‘medicina’ lleve a que un día, esos paliativos no sirvan de nada.

De verdad que la dramática situación que presenta el Pamplonita no es solamente por la sequía que agobia a la región. No. Hay asuntos realmente graves que han degenerado en que tengamos un hilo casi imperceptible, pese a que requerimos contar con un poderoso y caudaloso río para en el mañana estar exentos de situaciones peores que la pandemia que hoy nos amenaza. 

Seguir con decisiones que podríamos describir como ‘paños de aguas tibias’ o ‘apaga incendios’ puesto que la enfermedad que los está llevando a perder su caudal, puede adquirir condiciones irreversibles con un impacto demoledor para habitantes de ciudades como Cúcuta, uno de cuyos acueductos se surte precisamente de ese río.

Luego es la hora de que Corponor, la Gobernación, las alcaldías de los municipios por los que cruza, la ciudadanía y el Gobierno Nacional y la cooperación internacional definan y pongan en marcha una política con metas de corto, mediano y largo plazo para evitar la muerte del Pamplonita, que sería una catástrofe para la región.

Defender al páramo Santurbán como nuestra fábrica natural de agua debe ser parte integral y transversal de ese proyecto, porque es mucho más importante la preservación de ese gran ecosistema, que entregarlo a la explotación de sus yacimientos minerales, que a la postre podría llevarnos a empezar a escribir la dramática historia de los desplazados por el agua.

Es urgente ponerle fin a la  deforestación y a  la destrucción de las nacientes y de las vertientes, con un plan estructurado del que hagan parte las academias y las  organizaciones no gubernamentales dedicadas al cuidado medioambiental, adoptando severas medidas, incluso de carácter judicial.

Por otra parte, es reiterativamente fundamental que se ponga en marcha la construcción de la planta de tratamiento de aguas servidas como las que los cucuteños y habitantes de otros municipios arrojan directamente al Pamplonita, desde donde las brisas que corren son agrestes por los malos olores que arrastran.

Nada de esto da espera. La pandemia nos ha permitido ser más observadores y hasta volvernos ojalá que ahora sí ‘reales amigos o mejor hermanos’ del río, hecho que nos debe incentivar a todos a poner de nuestra parte en ese gran proyecto de rescate del Pamplonita que por el momento, de seguir deteriorándose, llevará  a que 180.000 usuarios del acueducto de El Pórtico tengan que soportar el racionamiento de agua, lo cual dibujaría un panorama oscurantista en instantes que tanto la necesitamos para lavarnos muchas veces las manos. 

Miércoles, 13 de Mayo de 2020
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