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Editorial
Robo de motos
Unas motos robadas van a parar al Catatumbo y otras no se vuelven a ver más porque cruzan el río Táchira hacia territorio venezolano.
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Jueves, 11 de Noviembre de 2021

La motocicleta que sigue siendo uno de los vehículos más usados por la versatilidad para el desplazamiento y las facilidades para obtenerlas, también se encuentran en el foco de las bandas de ladrones en Cúcuta para llevarlas a diferentes destinos.

Unas van a parar al Catatumbo y otras no se vuelven a ver más porque cruzan el río Táchira hacia territorio venezolano convertidas en autopartes para atender la necesidades de un  mercado escaso de piezas y repuestos por la crisis económica en el vecino país.

Como se advierte, las organizaciones delincuenciales se manejan llevando un cierto sentido ‘empresarial’, identificando las necesidades para proceder a ‘atender’ ese negocio con sus prácticas al margen de la ley.

Por ejemplo, hay un patrón que se ha identificado en el sentido de haber una preferencia de esas organizaciones por determinadas marcas, entre las que figuran la  Suzuki GN 125, Yamaha AX 100, Bera Socialista y Arsen II.

A sabiendas de que este delito se está convirtiendo en transnacional y aprovechando la apertura de los puentes internacionales y que al menos hay cierto y tímido acercamiento entre las autoridades fronterizas, por qué no se intenta avanzar en una acción para actuar conjuntamente y frenar ese tráfico ilegal de piezas que al otro lado son pagadas en dólares.

Por la vida y los bienes de las personas bien vale la pena intentar un esfuerzo policiaco colombo-venezolano para que al levantarle barreras se desestimule el robo de las motocicletas que en muchos casos es precedido por acciones violentas de los ladrones.

Las cifras son muy dicientes cuando indican que mientras entre enero-octubre  del año pasado los hurtos llegaron a 455, en Cúcuta en el mismo periodo de 2021 ya suman las 470, mientras que en Colombia Asopartes denunció que entre enero y junio de este año 15.000 motocicletas fueron hurtadas.

Es decir, que aparte de los peligros que los motorizados corren en la vía -por imprudencia de ellos o de otros conductores- también se enfrentan al riesgo de caer en manos de los antisociales que se les llevan su medio de transporte y de trabajo, bien sea por atraco o que se las llevan cuando las dejan estacionadas.

Y mientras la percepción de inseguridad entre ellos es notoria por la indudable acechanza de que son objeto, la Policía pone en el otro lado de la balanza argumentos como el de que se han recuperado  136 motos que avanzan en los procedimientos de marcaje.

Sobre este último, teniendo en cuenta la posición geográfica que facilita el mercado fronterizo ilegal de autopartes, se queda corto porque de nada vale eso mientras no haya una fuerte acción contra quienes roban y contrabandean las motos desguazadas hacia el vecino país.

Pero aquí en nuestro territorio es  válida la inquietud ciudadana sobre la mano dura permanente, por parte de las organizaciones estatales  especializadas, contra los reducidores y el mercado ilegal de repuestos y de autopartes.

Igualmente, ahora que en el área metropolitana de Cúcuta ocurren los famosos asaltos de atracadores motorizados, es bueno también seguirle la pista y determinar si en ellos pudieran estarse utilizando motos robadas.

La tarea es ardua por parte de las autoridades, pero también los dueños y conductores de motos deben de poner de su parte para evitar casos como el de personas parquean la moto en la calle, les dejan las llaves puestas y van a hacer las diligencias…o sea, materializando aquello de que la ocasión hace al ladrón.

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