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Editorial
¡Salvar a Tibú!
Que una localidad tan pequeña poblacionalmente le vaya ganando en asesinatos a una ciudad como Montería, es la notificación de que hay que salvar a Tibú.
Lunes, 21 de Octubre de 2019

Montería tiene 490.935 habitantes y Tibú 53.586. Hasta ahí, eso no dice nada, porque no tendría punto de comparación, puesto que la primera es la capital de Córdoba y el segundo es uno de los municipios que forman la región del Catatumbo. Pero si conectamos a ambos territorios desde el punto de vista de los homicidios, resulta evidente que ‘La muerte se amañó en Tibú’, como se comprobó en el informe periodístico publicado en la edición dominical de La Opinión.

Después del asesinato del candidato conservador a la Alcaldía tibuyana, Bernardo Betancurt, se conoció que hasta mediados de septiembre los asesinatos en esa población llegaban a 72 (cifra que ya va en 77 muertes violentas) mientras en la capital cordobesa, por ese mismo tiempo la Secretaría de Gobierno daba cuenta de 66 muertes violentas.

Que una localidad poblacionalmente nueve veces más pequeña que la citada ciudad costeña esté por encima de ella en la ocurrencia de ese delito determina que se está frente a una grave emergencia que debe enfrentarse más allá de las reuniones de los llamados consejos de seguridad, porque a todas luces la situación descrita advierte que la crisis en Tibú rebozó todos los cálculos.

Por lo descrito en el reporte periodístico del domingo, esa tierra petrolera es hoy una zona tomada por las fuerzas del mal representadas por los grupos alzados en armas, las disidencias de las Farc, así como el narcotráfico auspiciado ahora por los carteles mexicanos de la droga, en donde en la aplicación de la ley del más fuerte y de atemorizar a la población y de tratar de acorralar a sus enemigos, cualquier situación se salda con sangre.

Como siempre ocurre en esta clase de sucesos relacionados con el conflicto armado, la riesgosa y volátil situación tiende a  poner a la población civil en medio de la crudeza de esa guerra, en que se lanzan señalamientos de que unos actúan como informantes de la fuerza pública y sindicaciones contra otros de que harían parte o son auxiliadores de las organizaciones generadores de violencia. Esto es muy lamentable. Ya hay un pasado que dejó una sangrienta respuesta.

De verdad que más allá de reiterar y repetir lo que ya todos sabemos, que por ejemplo allí tenemos el primer municipio cultivador de coca y productor de clorhidrato de cocaína en Colombia, por encima incluso de Tumaco, hay que emprenderse una cruzada de rescate de ese importante y emblemático municipio nortesantandereano.

La fórmula de enfrentar ese eje del mal es recomendable que no solamente descanse en más tropas o el reforzamiento del pie de fuerza policial. Se requiere de una mezcla de políticas nacionales en el frente de los cultivos ilícitos, puesto que la erradicación forzada o la posible aspersión área, por sí solas no significarán que el hectaraje de hoja de coca se reduzca o desaparezca.

Los nuevos gobernantes de Norte de Santander y de Tibú que se elijan el próximo domingo, deberían buscar una cita con el alto Gobierno, en Bogotá, y trazar un plan de acción contundente e incluyente para sacar a esa rica región de la debacle en que se encuentra, puesto que una localidad tan pequeña poblacionalmente hablando, le vaya ganando en el número de asesinatos cometidos a una ciudad como Montería, es la notificación de que hay que salvar a Tibú ¡ya!

     

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