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Editorial
Se necesita más acción
Esto no es un juego ni un asunto de poca monta para tomarlo con tropicalismos ni tratarlo como si se tratara de un evento de poca monta.
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Sábado, 14 de Marzo de 2020

Claudia López, alcaldesa de Bogotá, en un Twittter le pidió al Gobierno Nacional  “considerar coordinar con las autoridades de Venezuela el control de la frontera”, como consecuencia de la difícil situación sanitaria que empieza a vivir Colombia por el brote de coronavirus.

Esta referencia sirve para relacionar la liviandad sobre la forma en que Norte de Santander y el área metropolitana de Cúcuta se preparan para contener y hacerle  frente a esta pandemia mundial, puesto que ni a los alcaldes de Cúcuta y Villa del Rosario, públicamente, se les había escuchado hasta ayer plantearle algo al Gobierno sobre la cuestión fronteriza, pese a que esas localidades  sienten el rigor de la circulación diaria de 40.000 personas, aunque finalmente anoche se dio la orden de cerrarla por parte del Gobierno Nacional.

Llama la atención que por ejemplo un cachirense, un labatequense, un duranense, un cacotense, por ejemplo, desconozcan qué acciones tienen previstas los organismos de salud en la eventualidad de que el virus ataque sus pueblos.

¿A dónde debe ir una persona residente en San Pablo (Teorama) que en un momento dado presentara síntomas de esa enfermedad, si allá no hay médico desde hace tres años? 

Preguntas como esa se supone que ya deberían estar resueltas, pero las dudas asaltan a cada segundo si vemos que aquí ni siquiera hay una sala de crisis dedicada única y exclusivamente las 24/7 a preparar las contingencias, las estrategias y los planes de gran escala.

Esto no es un juego ni un asunto de poca monta para tomarlo con tropicalismos ni tratarlo como si se tratara de un evento de poca monta. No podemos ir a caer en el error que ya desató preocupación en la Organización Mundial de Salud (OMS) ante los que denominó “alarmantes niveles de inacción” por parte de muchos gobiernos. Eso sería catastrófico.

Aquí lo dramático y que deja las preguntas sin respuestas satisfactorias, es que la amenaza del COVID-19 -que ya hizo su aparición en la vecina Venezuela-nos encuentra sin un plan concreto y coordinado de contención, que se haga cumplir al pie de la letra y de manera obligatoria.

¿Ya saben la Gobernación y las 40 alcaldías en qué parte montarían zonas de aislamiento para la atención de los pacientes que se lleguen a agravar por el coronavirus, porque no se pueden afectar a otras personas enfermas en hospitales y clínicas?

¿Ya han pedido o adquirido hospitales de campaña, kits de pruebas y garantizado el suministro de elementos tan importantes como los tapabocas? Sin querer ser profetas del desastre, todo parece indicar que por aquí eso todavía ni siquiera se hubiera llegado a considerar.

Dos aspectos vitales, para el caso nuestro serán fundamentales de aplicar inmediatamente. Uno, impulsar ya el lavado de manos varias veces al día, en lo cual es urgente que se impulsen campañas masivas en el transporte, en las calles, en los colegios, en las escuelas, para que esto se vuelva una obligación porque así se protege uno y se salvan a los demás.

Y, en segundo término, la fuerza pública será fundamental para el establecimiento de una rígida y  férrea vigilancia con patrullajes policiales y militares en las trochas para hacer cumplir la clausura del tránsito fronterizo de personas.

Simultáneamente, el Gobierno Nacional  debe entender que Norte de Santander y los demás departamentos de frontera necesitan acciones extraordinarias en inversiones de salud y en las acciones de control epidemiológico y migratorio para levantar una especie de muro sanitario que proteja a los 50 millones de colombianos.

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