Treinta años después del asesinato del director Emérito de La Opinión, Eustorgio Colmenares Baptista, en un crimen de lesa humanidad perpetrado por la guerrilla del Eln, de nuevo la sombra de la amenaza e intimidación se cierne sobre el periódico.
Primero el abuelo y ahora la nieta, Estefanía Colmenares Hernández, que como él hoy lleva las riendas del diario, vive esta acción de quienes pretenden acallar la voz de un medio regional como el nuestro.
La solidaridad y el rechazo nacional, regional e internacional han servido para poner de manifiesto que la información es un derecho sagrado que no puede coartarse ni cercenarse por parte de actores que pretenden imponer el silencio y no permitir que la información fluya libremente.
La investigación y el contrapoder son las maneras que los medios ponen a disposición de las ciudadanías informadas que requieren tener una visión amplia, objetiva y contrastada de los acontecimientos que ocurren en regiones como la nuestra.
Pisar callos. Generar inquietudes. Alertar sobre hechos. Brindar información con suficientes elementos de contexto, análisis y desarrollo profundo de los acontecimientos es una manera que tienen los periodistas para desenmascarar actos de corrupción, tan abundantes por estas tierras.
Lo ocurrido es un motivo para revisar las condiciones en que se encuentra nuestra sociedad, porque sin duda hay que ponerles freno al despilfarro de los recursos públicos, la contratación amañada, la politiquería rampante, la impunidad y la lenta o poca acción de la justicia contra los responsables de la debacle moral que se alían con quienes sean para alcanzar sus objetivos.
La Opinión seguirá adelante con su compromiso con el periodismo, con la verdad y con las investigaciones que puedan combatir la corrupción”, ha dicho la directora en medio de la zozobra desatada, y con la certeza que la mejor manera de responderles a los violentos es con la multiplicación de la tarea de sacar a flote los hechos ocultos que afectan nuestro diario vivir.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), la Asociación de Medios de Información (AMI), los medios de comunicación nacionales y regionales, al igual que las agremiaciones periodísticas de la región, también han expresado la voz de repudio, con llamados a la protección, a la investigación urgente y al pedido para que el ejercicio periodístico pueda desarrollarse sin esa clase de presiones.
Con las heridas abiertas dejadas por el crimen de Colmenares Baptista, el intento de explotar una bomba en las instalaciones de La Opinión en otra oportunidad y las amenazas a otros periodistas de este medio, las computadoras, la rotativa, la internet y las redes sociales continuarán llevándoles a los cucuteños, nortesantandereanos y colombianos esos casos que precisamente a unos pocos no les gustan pero que a las mayorías interesan y de esa manera desmontar esos tabúes de que hay poderosos e intocables.
A veces son necesarios los sacrificios y este es uno de esos momentos para decirles a los lectores y a la comunidad que las páginas del periódico son de ellos, que La Opinión se debe a ellos y a la búsqueda de procurar que al menos desde la sanción social con un periodismo bien hecho, quienes se creen los ‘dueños del poder’ para hacer de las suyas, entiendan que no la tienen fácil.