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¿Será que nos alcanza?

Lo cierto es que la pandemia de la  COVID-19 ha dejado maltrechas las finanzas por toda parte. 

Inevitablemente, el coronavirus no solamente se propaga entre los humanos sino que ha infectado la economía dejando maltrecha las condiciones de los empresarios y, lógicamente, de los consumidores, porque la súbita interrupción de actividades creó traumas que están empezando a verse reflejados en lo que los economistas llaman flujo de caja y en el mismo presupuesto familiar.

El Gobierno colombiano dentro de la batería de acciones para procurar darle una bocanada de oxígeno al sector comercial programó los tres días sin el cobro del IVA durante junio y julio.

De manera optimista -y es obvio que así lo sea desde el ala gubernamental- el director de la DIAN, José Andrés Romero, estima en cerca de 2,5 billones de pesos el movimiento que podría generar esa estrategia de choque reanimador.

Sin embargo, en el otro lado de la balanza hay que poner la realidad millones de hogares colombianos, que tal vez no sea la mejor porque alguno de sus miembros perdió el empleo, se encuentra con el contrato suspendido, el salario le fue recortado de manera temporal  o, simplemente, sigue con sus ingresos sanos, pero los gastos se le dispararon, por ejemplo en servicios públicos y por la inflación sobre los precios de consumo básico, como los alimentos.

Y también debe entrar a sopesarse la posibilidad de un cambio absoluto en los comportamientos de potenciales clientes para esos días en que se sentirán las rebajas en los costos para los compradores, al desaparecer momentáneamente el IVA que eleva hasta en el 19% las facturas en compras ordinarias. ¿Qué tal que después del confinamiento sanitario obligatorio ya muchos no estén interesados en seguir con el consumismo desbordado?       

La iniciativa, que también podría encuadrarse dentro de lo que se denomina como tabla de salvación, podría quedar reducida para cobijar a los sectores de la población colombiana con alto poder adquisitivo.

Lo cierto es que la COVID-19 ha dejado maltrechas las finanzas por toda parte y aunque analistas incluyen a la clase media dentro de la que iría a favorecerse con los tres días sin IVA, no olvidemos que ahí se encuentran precisamente muchos profesionales independientes, pequeños y medianos empresarios y contratistas, a los que ya los ahorros se les están esfumando, mientras los compromisos van a la velocidad del ascensor y sus actividades ni siquiera han empezado a moverse todavía.

Por eso no debe descartarse el interrogante de: ¿será que nos alcanza?, porque sin querer ser aves de mal agüero, en la lista de las prioridades de los colombianos estarán en primera línea asuntos alejados de los artículos que no van a tener IVA en los días que ha anunciado el Gobierno Nacional, puesto que sin llamarnos a engaños, la recesión, depresión o desaceleración económica generada por la pandemia, ha transformado el comportamiento de grandes segmentos de la población en  supervivencia.

Lógicamente que ojalá se llegaran a mover esos 2,5 billones de pesos o más y que los comerciantes logren ese respiro esperado para bien de todos, en especial, en la conservación de los empleos, que en tempestades como estas son tan importantes. Pero de lo no debe de haber duda alguna, es que hay que estructurar una gran estrategia para sanar los daños y reconstruir la economía, tal vez con otros objetivos y rumbos en la pospandemia.

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Martes, 26 de Mayo de 2020
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