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Editorial
¡Shhh!, bajen el volumen
Cuando hay censura, solo se escucha una voz: la del que manda, y otra voz será silenciada por la fuerza.
Jueves, 20 de Diciembre de 2018

Decisiones inexplicadas están señalando de manera clara y cada vez con más énfasis que a alguien en el alto Gobierno no le gusta que en los medios de difusión del Estado haya voces que desafinen y digan cosas que deben decir, pero que pueden resultar molestas para quienes administran el poder.

Para hablar claro, alguien arriba se muere de ganas por imponerle censura a los medios de comunicación. Si pudiera hacerlo, es muy probable que lo hiciera con todos, es decir, incluyendo a la prensa, pero, por ahora, hace pruebas de medición —del aceite o de lo que sea— con la radio y la televisión.

Primero fue el asunto del proyecto de ley de modernización del sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (tic), en el que, escondido, iba un articulito con el cual el Gobierno pretendía —y pretende—, crear otro organismo rector para las telecomunicaciones. Ya existen la Autoridad Nacional de Televisión (Antv) y la Comisión de Regulación de Comunicaciones (Crc).

Pero el nuevo ente estará bajo control del Gobierno y podría, según temen los contratistas de los canales públicos, determinar qué programas pueden pasarse y cuáles no. Informativos como los del Canal 1 podrían quedar aún más en el centro de la mira de tiro. Detrás del proyecto, dicen los críticos, están los canales privados.

El proyecto está aplazado en el Congreso, porque congresistas de oposición se enfrentaron al mensaje de urgencia del Gobierno. “Despacio, porque podríamos encunetarnos”, le dijo el pedagógico congresista Antanas Mokus a la ministra de las tic, Sylvia Constain.

Luego fue la cancelación del programa Los puros criollos, uno de los de mayor sintonía en Señal Colombia, el mismo día en que su director, Santiago Rivas, habló contra el proyecto de modernizar las tic, en un vídeo de La pulla. A nadie han convencido las explicaciones de Juan Pablo Bieri, gerente de RTVC, el sistema oficial de medios del que dependen los canales públicos.

Ahora, surge el episodio de la censura impuesta a dos periodistas de RTVC, a quienes les prohibieron formular preguntas al presidente Duque en entrevista con motivo de los primeros 100 días de su gobierno. Fueron reemplazados por dos expertos externos, pese a las protestas del director del segmento, Fernando Patiño. La censura vino de más arriba.

Por ahora, la prensa, es decir, los medios impresos, están lejos del alcance de los censores, por mandato expreso de la Constitución, no así los electrónicos. La televisión, la radio y la internet están controladas por el Estado, propietario del espectro electromagnético y las frecuencias, que entrega en concesión, y arrienda.

Los responsables del proyecto, olvidan que cualquier control a la libertad de expresión y al derecho a la información libre es el primer paso hacia el sacrificio de la democracia misma.

Por esta razón, se requiere la solidaridad de todos los colombianos tanto para los medios como para los periodistas censurados y marginados. En los países donde hay censura florecen las dictaduras y las autocracias, y se violan derechos y garantías fundamentales.

Cuando hay censura, solo se escucha una voz: la del que manda, y otra voz será silenciada por la fuerza.

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