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Editorial
Solo cuatrocientos pesitos
Y preguntando si ese 22,2% de aumento en el pasaje en el área metropolitana de Cúcuta ¿no es muy alto?, bueno es recordar que para diciembre había otra alza de $200 para llegar al 33,3%, que fue descartada.
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Martes, 3 de Agosto de 2021

Al hacer la operación matemática, se advierte que el alza escalonada en abril y agosto del pasaje en busetas en el área metropolitana de Cúcuta resultó siendo del 22,2%, que aunque no se quiera reconocer resulta siendo un fuerte impacto negativo en el presupuesto de los usuarios del transporte urbano.

Hasta marzo, a una persona que tenía que hacer cuatro viajes diarios entre la casa y el lugar de trabajo en la capital de Norte de Santander, pagando a $1.800 esto le representaba $7.200, es decir, $43.200 entre lunes y sábado.

Ahora, a ese mismo pasajero, que desde el primero de agosto empezó a pagar $2.200 en la ciudad, el reajuste le representa $8.800 (o sea $1.600 más) para un total de  $61.600, cada siete días.

Por lo tanto aquello que se dice de que apenas son cuatrocientos pesitos -así en diminutivo- para querer restarle el impacto real a un aumento de esta naturaleza, finalmente se cae de su peso puesto que es en los hogares donde la gente tiene que rebuscarse las dos monedas adicionales de $200, por cada viaje.

Teniendo como contraste asuntos meramente económicos, se detecta que verdaderamente les complica la vida a los cucuteños que usan este servicio, que además no cumple con todas la expectativas, por ejemplo de cobertura, porque no hay buses para todos los barrios y la calidad deja mucho que desear.

Recordemos este par de datos: el aumento del salario mínimo en Colombia para el presente año fue del 3,5%, que es más del doble de la inflación de 2020, que cerró en 1,5%.

Aquí en la región, las personas que ganan el mínimo son clientes de las busetas y por ello advierten con desazón que el transporte como componente básico de la canasta familiar les desequilibra su salario de $908.526 y el auxilio de transporte de $106.454 mensuales.

Y desde el año pasado, por razón de la crisis pandémica del coronavirus, una clientela que desapareció momentáneamente fue la de los estudiantes de colegios, que probablemente empezarán a reaparecer al activarse el regreso bioseguro a clase.

Este último motivo es de por más preocupante para muchos padres de familia, que al contrario de aquellos que hablan de ‘solo cuatrocientos pesitos’ para ellos resultará siendo todo un desequilibrio en sus de por sí menguadas finanzas.

Y un elemento adicional hay que traer a estas consideraciones -vistas desde la orilla del usuario-como es el de que muchas veces estos aumentos terminan desestimulando a los usuarios que pueden tender a buscar algo mejor por algo que les están cobrando tan caro.

Los $2.200 ya casi son el 50% de una carrera mínima en taxi y si dos o tres vecinos del barrio van para un lugar equidistante bien podrían tomar este servicio e irse más cómodos y más rápido.

Esto no tendría por qué irse a denominar competencia desleal ni nada por el estilo, sino que bien podría ser una respuesta obvia dentro de las reglas de una economía de libre mercado como la nuestra.

O puede pasar que ese pasajero termine siendo otro motociclista porque tal vez detallará que lo que gasta en pasajes le pudiera servir para pagar la cuota.

 Y preguntando si ese 22,2% ¿no es muy alto?, bueno es recordar que para diciembre había otra alza de $200 para llegar al 33,3%, que fue descartada.

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