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Editorial
Soluciones para el Catatumbo
Ha llegado la hora de meter el Catatumbo en la dirección correcta para salvarlo de tantos asedios negativos.
Sábado, 29 de Febrero de 2020

El Catatumbo sigue sumido en una situación de crisis sin solución a la vista. A pesar del reconocimiento de tantos problemas acumulados, con una perturbación cada vez más difícil para la población con asiento en ese territorio, no hay aún resultados de las acciones anunciadas por el Gobierno.

Los hechos del Catatumbo tienen un peso devastador. La escalada recurrente de los grupos armados ilegales, los cultivos de coca con crecimiento desmesurado y el tráfico de la delincuencia común aferrada a todas las formas de violación de la ley, configuran un tejido de atrocidades de efectos cada vez más inquietantes. A lo anterior hay que agregar la crisis o inexistencia de las relaciones con Venezuela.  

A semejante entramado también se suman las secuelas del desajuste expresadas en los atrasos de todo orden. Es deficitario el desarrollo social por carencias evidentes en educación, salud, infraestructura en vías y otros servicios. Las necesidades básicas no están satisfechas y los planes y proyectos anunciados no siempre superan la figuración teórica. Es decir, que quedan escritos, sin aplicación que genere los resultados propuestos.

En ese desfase se está desde tiempo atrás.  Porque la adopción de un Plan especial encaminado a la generación de desarrollo, con soluciones previstas, no tuvo la aplicación esperada y el final fue una frustración irremediable.

Los enredos en el Catatumbo parecen no tener fin. Su territorio, como parte de la jurisdicción fronteriza también se ha convertido en escenario articulado a los actos criminales de los grupos armados ilegales comprometidos con la delincuencia. La comisión de hechos punibles en Colombia y luego escaparse a Venezuela se ha vuelto corriente. Es un corredor por donde se abren paso quienes emprenden la fuga para ponerse a distancia de la justicia. Todo eso complica las cosas y no se persiste en la búsqueda de salida a  tanto desgarramiento y los daños que provoca en el conjunto de la comunidad regional, como se siente cotidianamente.  

Es tiempo de ponerle al Catatumbo un rumbo que lleve a un destino de cambios positivos. Hay que salir de las especulaciones gaseosas y construir políticas que tomen en cuenta la realidad y le ofrezcan a la población espacios apropiados a las soluciones efectivas.

La reciente reunión de la Comisión de Paz del Senado debió explorar posibilidades tendientes a sustraer el Catatumbo del laberinto creado por el conflicto armado en tantos años de violencia. Porque ponerle fin a tal adversidad desbordada implica el cumplimiento de programas generadores no solamente de confianza mediante realizaciones que sustituyan los escombros ruinosos del pasado por aportes de cambio, con el mejor aprovechamiento de los recursos disponibles.

El senador Jesús Alberto Castilla ha propuesto un pacto de convivencia y esta iniciativa puede tener desarrollos de común beneficio para toda la región. Hay que poner sobre la mesa lo que haga posible tan esperanzador propósito. 

Ha llegado la hora de meter el Catatumbo en la dirección correcta para salvarlo de tantos asedios negativos. Pero para ello debe ser común denominador un plan que le apueste a la paz con todos los apuntalamientos que la consoliden. Es una tarea que a todos debe comprometer, con los gobernantes, autoridades, comunidades locales y los congresistas de la región a la cabeza.                    

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