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Editorial
Soluciones propias
Venezolanos podrían ir, capacitados, a los cafetales nortesantandereanos, y podrían ser parte de los equipos de erradicación manual de cocales.
Martes, 12 de Junio de 2018

Hay momentos en la historia en que los pueblos demuestran que tienen la capacidad suficiente para encontrar y aplicar las soluciones a sus problemas, sin tener que esperar apoyo de nadie, incluido, por ejemplo, el gobierno Central.

Desde hace décadas, Norte de Santander, especialmente, busca que desde el gobierno Nacional le solucionen todos los problemas que le genera el hecho de ser frontera y, últimamente, el de ser la gran puerta de entrada a Colombia y el resto del mundo para los migrantes venezolanos.

Muchas veces, en Bogotá, las dependencias relacionadas con la problemática regional no están en capacidad de aportar soluciones a los problemas, por variadas razones, una de ellas, el desconocimiento casi absoluto de la realidad de las zonas.

Quizás este sea un momento propicio para confiar en la iniciativa regional y en la capacidad de encontrar fórmulas de solución adecuadas, obviamente, dentro de las propias capacidades y facultades legales, que puedan ser presentadas a los funcionarios nacionales correspondientes.

Se trata de copiar lo que practican algunos gerentes, que a sus empleados les sugieren no presentarles problemas, sino soluciones.

Asuntos como el escalamiento que está sufriendo el problema del desempleo de colombianos, para dar cabida de manera ilegal a una mano de obra básica, sin formación, pero muy barata, es un asunto que se puede solucionar desde acá, simplemente con una mayor voluntad política.

¿De qué manera podría contribuir el gobierno Nacional en la solución de los problemas de los niños venezolanos que colman las escuelas del departamento, y que están impactando en el sistema regional de educación?

La Gobernación y las alcaldías de los municipios afectados por la llegada de miles de niños extranjeros a las escuelas, podrían, en cambio, asumir la responsabilidad de la solución. Buscar maestros venezolanos, para que los niños de ese país no sientan la desadaptación que están enfrentando, podría ser una fórmula.

El problema de la falta de médicos en el Catatumbo y otros pueblos, por razón de la intransigencia política, puede ser solucionado con médicos venezolanos, que no estarían inmersos en las divergencias partidistas colombianas.

Venezolanos podrían ir, capacitados, a los cafetales nortesantandereanos, y venezolanos podrían ser parte de los equipos de erradicación manual de cocales y de otros cultivos para uso ilícito.

¿Cuál podría ser el problema si se utiliza a venezolanos para reparchar calles y carreteras, que andan abandonadas desde hace largo rato?

En fin, es cuestión de abordar los problemas, buscar y hallarse soluciones, y bien empaquetadas, presentarlas al gobierno Nacional para que las apoye y financie.

Desde luego, son posibilidades.

Lo que es un hecho insufrible, es la invasión descontrolada de la región, por miles de personas que solo buscan sobrevivir como les den lugar. El espacio público de Cúcuta, por ejemplo, es un caos insoportable al que la Alcaldía le saca el cuerpo de manera sistemática, pese a que, en una guerra privada de cada venezolano con los demás, utilizan las calzadas rápidas de las vías para vender productos agrícolas de contrabando, como sucede en los sectores vecinos a El Escobal, o en La Parada.

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