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Editorial
Tigres de papel
Este calamitoso estado de cosas no le deja más camino a la administración municipal que endurecer las acciones contra los ciudadanos renuentes.
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Sábado, 25 de Julio de 2020

Mientras las cuentas ya superan los 1.300 contagiados, las autoridades regionales anunciaron en Norte de Santander medidas para intentar ponerle freno a la propagación del coronavirus, que en la región adquirió alta velocidad en los últimos días.

Sin embargo, los tigres de papel se ha visto que poco y nada sirven, puesto que si a las determinaciones para obligar a las personas a acatar determinadas reglas no les ‘ponen dientes’ a nadie asustarán y mucho menos serán acatadas, como recurrentemente ocurre en Cúcuta y Norte de Santander.

Extender el horario del toque de queda diario entre las 6:00 de la tarde y las 5:00 de la mañana siguiente, por lo que resta de julio, es una acción restrictiva a la movilidad que aparte de evitar la presencia de personas en las calles, conlleva también a la disminución de un factor adicional de riesgo para el sistema hospitalario, como con los accidentes de tránsito.

En este momento en que la red de salud entró en alerta roja, es requerido que el comportamiento de los automovilistas, motociclistas y peatones sea de mesura y muchísimo cuidado para contener la accidentalidad en las calles, razón por la cual también deberían acoger y respetar el toque de queda.

Pero las dudas asaltan porque nadie explica la razón para que en instantes en que rige ese mecanismo restrictivo, se sigan viendo motos y carros circulando como si nada, especialmente en los barrios, donde  la gente lo hace porque piensa que hasta por allá no llega la mano de las autoridades encargadas de hacerlo respetar.

Para que esos evasores que parecen estar jugando al ‘gato y al ratón’ con las autoridades, sería interesante que Tránsito Municipal y la Policía, con grúa incluida, hicieran patrullajes por las ciudadelas y por algunos barrios y apliquen las sanciones respectivas.

Es decir, retención del vehículo con la respectiva multa e imponerles el comparendo con sanción económica a las personas que sin razón alguna se encuentren en las calles, cuando deberían estar en la casa, en acatamiento de las medidas sanitarias contra la COVID-19.

Pero igualmente tiene que acabarse la permisividad, la liviandad y la vista gorda frente a las personas que siguen creyendo que el coronavirus es una conspiración una invención o una simple ‘gripita’ y no usan tapabocas o lo llevan en la barbilla o en la mano.

Como entre quienes se niegan a utilizar este elemento protector hay personas jóvenes que piensan que el virus solamente mata a la población mayor, pues lamentablemente debemos recordarles que de acuerdo con los datos oficiales, en el informe de ayer sobre el comportamiento de la enfermedad, se reportó la muerte en Cúcuta de una mujer de 31 años, y que ellos también tienen padres y abuelos.

Este calamitoso estado de cosas no le deja más camino a la administración municipal que endurecer las acciones contra los ciudadanos renuentes a cuidarse y a cuidar a sus semejantes, sancionándolos, pero no solo a los ‘antitapabocas’ sino a los que hacen reuniones o fiestas clandestinas, a los que venden licor a escondidas, a quienes sin ninguna precaución ni distanciamiento físico se reúnen a hacer deporte y a quienes han convertido en bares y discotecas los parques. 

Se requiere adquirir conciencia y responsabilidad y que no todo dependa de la vigilancia policial.

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