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Todos somos Deisy

¿Desde cuándo los enfermos tienen que suplicar incluso por unos días más de vida?

El de la pequeña gimnasta cucuteña Deisy Alejandra Barrientos es un caso aberrante, epítome de toda la infamia en la que se sostiene el sistema de atención en salud, por razón de la codicia hecha empresa y motor de la corrupción más abyecta.

¿Cómo es eso de que una niña a la que le quedan pocos días de vida, por razón de un mal poco conocido, le dilatan hasta lo imposible la remisión a un centro asistencial que tiene todo disponible no solo para ayudarla a superar el trance actual, sino para evaluar su posible supervivencia?

¿Desde cuándo los enfermos tienen que suplicar incluso por unos días más de vida, a pesar de que los asiste todo el derecho a ser atendidos con todos los recursos disponibles, porque en teoría el sistema de atención en salud así lo determina?

¿De qué metal están hechos los funcionarios de las Eps, a los que ya ni siquiera los mandatos de los jueces los hacen mover de sus sillas de burócratas para atender casos como el de esta pequeña que le ha dado todo lo que es a su departamento, a través de un deporte?

Actitudes como la de Cafesalud, de negarle a un ser que apenas comienza a vivir, la posibilidad de tratamiento a que tiene derecho incluso sin que estuviera afiliada a esa Eps, son infames, son una oda a la obscenidad, son repudiables, sin importar qué razones legales o de otro tipo quieran esgrimir en su defensa.

Si las redes sociales no presionan, si el gobernador Villamizar no interviene, y si no hubiera habido los 100 millones de pesos que exige la Fundación Hospital de la Misericordia para recibir, atender y tratar a Deisy Alejandra, hoy sería una cifra más en la larga lista de víctimas de la desidia de un sistema que se autodestruyó desde hace largos meses.

¿Cuántas Deisys han muerto sin que las redes sociales se hayan dado cuenta y sin un funcionario público que las socorra, solo porque a las Eps no les parece que alguien pueda vivir más allá de lo que ellas determinan? Porque negarle a un enfermo el traslado hacia un centro apto para sanarlo, y obligarlo a morir, es decidir sobre su vida. Y eso hacen las Eps.

Hoy, en Norte de Santander, todos somos Deisy, y estamos dejando atrás el sumiso acatamiento de la negativa permanente, de la insensibilidad de las Eps y de muchas Ips y de todas las siglas vinculadas al sistema, meras fábricas de dinero con la codicia como motor, y exigiendo del Estado, a todo nivel, que considere a las multinacionales de los fármacos y a las grandes compañías que explotan el sector salud como entidades supranacionales que no se pueden tocar ni con el papel en el que se exponga el derecho constitucional a la salud.

Y, ahora, ¿qué van a hacer Cafesalud y su flamante grupo de recientes compradores, cuando deban explicar lo inexplicable? Porque deben satisfacer todos los cuestionamientos en torno de Deisy y de todos los afiliados a los que se les ha negado atención y desatendido los fallos judiciales que los favorecen…

Y tienen que enterarse que ya nadie soporta más su soberbia y su irresponsabilidad.

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Miércoles, 31 de Mayo de 2017
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