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¡A trabajar se dijo!

Lo que les corresponde es actuar para que esos hospitales se fortalezcan estructuralmente.

Vimos las fotos que publicó, ayer, La Opinión de los gerentes que fueron nombrados para varios hospitales de Norte de Santander, instituciones que hoy recobraron la importancia que nunca se les debió minimizar ni desbaratar ni desbancar, puesto que lo que ocurría en eso que llamamos ‘normalidad’ finalmente no era tan normal como lo suponíamos.

Por eso a ellos les corresponde materializar aquel famoso dicho: ¡a trabajar se dijo!, porque hay mucho por hacer dentro de los cánones de la ética y el cumplimiento de la ley, donde la salud y los pacientes hagan parte del deber ser de esas instituciones.

Es decir: la politiquería y la corrupción que eran el deber ser en aquellos tiempos ‘normales’ y que tristemente se permitían como si aquello fuera un habitual comportamiento que finalmente llevó a confirmar lo mal que se estaba actuando.

La llegada del coronavirus demostró que aparte de ser un sistema de salud raquítico fuera de eso ha estado carcomido por el mal de la corrupción con algunas pocas excepciones, que por sus  características actúa como  si fuera una de las peores enfermedades que atacan a los humanos. 

Así que los honorables congresistas y  aquellos personajes oscuros que  intentan seguir manejando los hilos de ciertas instituciones locales, ya deben dejar de considerar a algunos de estos gerentes como sus ‘fichas’ o ‘comodines’ para continuar haciendo de las suyas en estas organizaciones dedicadas a brindarles los servicios de salud a miles de nortesantandereanos, tanto en Cúcuta como en otros municipios del departamento.

Debe dejar de ser una quimera y convertirse en una parte del comportamiento racional, dejar de utilizar los menguados recursos de la salud para reprochables acciones politiqueras y, lo que es peor, usar esos dineros para que los corruptos sigan engordando sus billeteras a costa del pésimo servicio a los pacientes.

Aunque entre ellos, hay algunos nombres de ingrata recordación en el manejo de hospitales, inician ahora un periodo gerencial histórico marcado trasversalmente por la pandemia del coronavirus pero también sellado por algo muy importante, que la transparencia en la contratación debe ser más diáfana y clara que el amanecer, en el entendido que esos de por sí escasos recursos no pueden manejarse al ritmo de lo que mande el jefe ‘corrupto’ ni para favorecer a proveedores o contratistas que amañan a su conveniencia y acomodo estas operaciones. 

Las asociaciones de usuarios y de pacientes, los mismos sindicatos y la comunidad en general, así como los veedores ciudadanos tienen una gran misión a efectuar por cuidar la salud de los dineros que llegan a los hospitales locales, porque una de las grandes misiones, en esta época, es erradicar entre todos ese cáncer corrupto  que tanto daño nos hace.

Los gerentes que en el departamento recibieron el respaldo de las autoridades gubernamentales para manejar esas instituciones tan importantes, deben comprender que la salud ya tiene que dejar de ser vista como una mercancía o como un mecanismo de arquitectura politiquera para maniobrar y garantizar la llegada a un escaño al senador o representante a la Cámara de turno, no. Esa no es la misión ni la función. 

Lo que les corresponde es actuar para que esos hospitales se fortalezcan estructuralmente y trabajar con las autoridades de salud, para abarcar cada  día a más beneficiarios y así lograr la eficiencia, la calidad y la cobertura adecuadas.

Lunes, 11 de Mayo de 2020
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