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Editorial
Trochas, ¿para cuándo?
Resulta muy preocupante ver noticias como estas: “cientos de venezolanos transitan a diario, guiados por  grupos de ‘trocheros’, que cobran entre $15.000 y $20.000 por el servicio de guías”.
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Viernes, 20 de Marzo de 2020

Draconianamente hay que actuarse en el control de la frontera con Venezuela, porque allí sigue abierto un peligroso canal por donde puede estar metiéndose el enemigo de la humanidad como lo es hoy el coronavirus.

Sí o sí debe clausurarse el paso de personas y de mercancías por las trochas fronterizas que muy bien conocen las autoridades. Cierre es cierre. No deben haber excepciones ni consideraciones de clase alguna. 

Entre el estado Táchira y Norte de Santander hay 44 caminos verdes ilegales por donde continúan circulando personas con maletas, cajas y grandes bolsas repletas de mercado y de medicinas.

Coronavirus requiere ponerle el candado fronterizo a esta zona para aislar completamente al área metropolitana de Cúcuta del intenso flujo peatonal y así ayudar a irle cortando posibilidades de contagio o ralentizarlas.

Resulta muy preocupante ver noticias como estas: “cientos de venezolanos transitan a diario, guiados por grupos de ‘trocheros’ que cobran entre $15.000 y $20.000 por el servicio de guías”. “Otros $3.000 deben ser pagados a los irregulares armados que se han hecho con el control de estas zonas”.

Esto no puede ser, el Estado colombiano debe hacer prevalecer su autoridad hasta el último milímetro cuadrado del territorio y enfrentar con medidas  fuertes y contundentes ese paso ilegal por las trochas, utilizando al Ejército que tiene como deber lo siguiente, de acuerdo con lo expuesto por la Constitución Política: 

“(...)Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía”, que en este caso de amenaza  pandémica es de vital importancia cumplirla con el fin de preservar la salud de los colombianos.

Una cantidad de países han utilizado dentro de su portafolio de acciones para  enfrentar la pandemia, el cierre radical de las fronteras, porque dejar sin control esos  pasos ocasiona un grave riesgo para la comunidad colombiana.

Así que Migración Colombia, la Policía y el Ejército tienen que reforzar su presencia y disponer del personal y los elementos necesarios que les permitan sellar esos canales por donde hay esa filtración que finalmente es de muy alto riesgo para todos.

Sucede que la capital de Norte de Santander, Villa del Rosario y Puerto Santander -por ejemplo- deben proteger sanitariamente a sus habitantes y esa población flotante descontrolada lo que lleva a generar son delicadas situaciones. 

A veces resulta inadecuado hacer comparaciones, pero debemos entender hoy y ojalá después mantenerlo para el futuro, que la frontera no es porosa ni un territorio de nadie y que hasta ella el Estado debe hacer presencia por intermedio de sus autoridades migratorias y militares. Ejemplos tenemos como los controles que hace Estados Unidos, o las que se aplican en la frontera entre las dos coreas y el severo control fronterizo adoptado por Rusia.

En este aspecto debe primar un asunto esencial en momentos inéditos como los que estamos atravesando por esta crisis sanitaria generada por el COVID-19: Autoridad contundente, que como generadora de una muestra de presencia estatal contundente, finalmente llevará un mensaje de  solidaridad y compromiso en el cuidado de la vida, porque si impedimos que por la frontera nadie entre  ni salga, finalmente podrán salvarse miles de personas de caer en las garras de esta peligrosa enfermedad que hasta ayer en Colombia registraba 128 casos.

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