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Un año de altibajos

La ciudad y la región siguieron padeciendo el fenómeno de la migración venezolana con todos sus rigores y consecuencias.

Del que está por terminar puede decirse que fue un año de altibajos y contrastes para Cúcuta y Norte de Santander.

La ciudad y la región siguieron padeciendo en forma directa el fenómeno de la creciente migración venezolana con todos sus rigores y nefastas consecuencias. El drama de los hospitales y puestos públicos de salud colapsados, es desgarrador e impresionante. 

La afluencia permanente de enfermos, personas moribundas, heridos y mujeres embarazadas desborda toda la capacidad de nuestras instituciones hospitalarias y los esfuerzos de nuestros médicos y enfermeras, cuyo sacrificio igualmente es enorme, como su sentido de responsabilidad e ilimitada su capacidad humanitaria y de servicio.

También conmueven las fibras del alma el aumento de la mendicidad en nuestras calles. Día a día vemos más niños, mujeres, hombres, ancianos, dementes, lisiados y enfermos pidiendo de todo y haciendo toda suerte de malabares para conseguir unas monedas. No es exagerado afirmar que por todas las esquinas, calles y parques de Cúcuta se encuentra uno con el drama y la angustia de la terrible crisis humanitaria que viven nuestros vecinos venezolanos.

Esta calamitosa situación no creemos que se va a resolver pronto, y si bien de parte nuestra no están las soluciones, nos toca permanecer alertas e insistir ante el gobierno nacional la aplicación de los correctivos necesarios. 

Pero asimismo son muchísimos los venezolanos buenos que llegan a nuestra ciudad a trabajar en forma responsable, a montar sus negocios o de paso hacia otras ciudades del país y del exterior. La diáspora venezolana tiene su lado positivo que presenta oportunidades estupendas no solo desde el punto de vista empleo calificado, sino para iniciar o concretar proyectos ambiciosos y promisorios a mediano y largo plazo. 

Las remesas y los giros que nuestros vecinos cobran en Cúcuta y la afluencia de compradores han permitido la reactivación del comercio local, con un impacto positivo en toda la actividad económica.

En el año que termina seguimos padeciendo en Cúcuta y la zona de frontera los mismos otros fenómenos que vienen de tiempo atrás como el desempleo y la informalidad. 

El Gobierno del presidente Iván Duque declaró la región Zona Económica y Social Especial (ZESE), como la estrategia más adecuada y pertinente para superar la crisis. El objetivo es comenzar a crear de inmediato las condiciones para que vengan más inversionistas que generen empleo y desarrollo.  Este gobierno también le ha puesto toda su atención en el año que está por terminar a la convulsionada región del Catatumbo.

Debemos destacar también la puesta en marcha, tras varios años de gestiones y esfuerzos, del proyecto del Acueducto Metropolitano de Cúcuta, que garantiza el suministro de agua potable las 24 horas del día a la ciudad capital, a Villa del Rosario y a Los Patios en los próximos 30 años. 

En lo que respecta a la administración, hubo mucha improvisación, desorden y falta de planeación. A última hora se quisieron hacer las obras que no se emprendieron desde un principio y de algunas no sabemos si las terminarán. Los  resultados están a la vista. Definitivamente, Cúcuta sigue padeciendo la falta de liderazgo.

En los próximos días se inicia una nueva administración municipal en medio de la expectativa general.

Y una petición final: que en la Nochebuena no haya niños quemados con pólvora ni víctimas de balas pérdidas. ¡Feliz Navidad a todos!

Lunes, 23 de Diciembre de 2019
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