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Editorial
Un ataque muy real
Hay hechos claros de lo ocurrido con este virus informático: afectó a más de 200.000 víctimas en más de 150 países.
Lunes, 15 de Mayo de 2017

Es una constante en la criminalidad: los estados marchan siempre atrás de los delincuentes. Y como estos cada día se actualizan y ponen en marcha sistemas novedosos de cometer delitos, los estados permanecen en desventaja creciente.

Lo ocurrido estos días en el mundo con el ciberataque mediante el programa malicioso WannaCry es un típico ejemplo del atraso de las fuerzas del orden frente a los delincuentes y nuevas formas de delito, que ni siquiera están concebidas como tal. Por lo mismo, es prácticamente imposible sancionarlas.

Las grandes potencias industriales, económicas y políticas fueron atacadas y derrotadas, no se sabe por quién o quiénes. Porque este tipo de cosas obedecen tanto a la acción de una persona experta en crear software, como de un grupo, de un país o de una organización terrorista. ¿Quién lo sabe?

Hay hechos claros de lo ocurrido con este virus informático: afectó a más de 200.000 víctimas (personas, empresas, gobiernos) en más de 150 países, y mientras todas las policías del mundo echan mano de todos los recursos para descubrir al o a los responsables, el virus ya mutó, es decir, cambió sus particularidades, y los remedios de ayer ya no sirven hoy. Al menos los más eficaces…

Se habla de que este ataque virtual —aunque en verdad hay pocas situaciones más reales que esta parálisis de millones de computadores— tiene como objetivo el de extorsionar a los afectados, cuya información fue capturada por los ciberpiratas.

Para devolverla, exigen pagos en bitcoins, una controvertida moneda virtual en torno de la cual hay muchas inquietudes, que van a dar a cuentas cuyo titular es totalmente anónimo y puede usar ese dinero en la red, como mejor le parezca.

La mayor inquietud, sin embargo, va más allá. Es, realmente, una enorme y general preocupación por lo que pueda significar este ataque como ensayo de algo peor que pueda, de verdad, causar graves consecuencias para un país o incluso para el mundo.

Para ilustrar, se puede plantear una situación hipotética en la que un hacker o un grupo muy reducido de ellos controle, por ejemplo, los sistemas de una central nuclear, y pueda alterar los datos de tal manera que pueda llevar los reactores al límite y hacerlos estallar si no reciben determinado rescate.

Otros pueden penetrar la red de computadores del sistema de defensa de un país y neutralizarlo, y al mismo tiempo ordenar un ataque del país vecino, todo a control remoto, sin que haya posibilidad de evitarlo a tiempo.

En realidad, todo el mundo está en riesgo de cualquier cosa, y las naciones no tienen los recursos suficientes para evitar los ataques, y menos para localizar a los hacker y juzgarlos. Secuestrar la información de un computador quizás sea una conducta delictiva en algunos países, no en todos. Sin embargo, lo más difícil es saber quién o quiénes son los secuestradores, algo que, en este caso, ni siquiera las potencias como Estados Unidos, China y Rusia han podido…

Así, ¿a quién juzgar? ¿Cómo saber si detrás de un grupo de hackers no está un gobierno o una organización terrorista? En ambos casos, se estaría lidiando con personas con todo el potencial para desestabilizar el mundo entero…

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