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Un descuido involuntario

Somos seres humanos y como tales cometemos errores, se puede argumentar con la seguridad de que seremos comprendidos.

Si del neurocirujano se esperan todo el cuidado, toda la pericia, toda la precisión que requiere una operación del cerebro, pues la más pequeña desviación del bisturí o del rayo láser podrían, en algún caso, arrancarle la vida al paciente, hay otros oficios y profesiones en los que es necesario ser todavía más estrictos y puntillosos.

El periodismo es una de esas actividades, pues una palabra mal usada puede ser peor que un desliz con el bisturí, porque las consecuencias podrán perdurar durante la vida completa de la persona o personas afectadas. En el caso médico, el paciente morirá, lamentablemente; en el de la víctima del periodismo, el afectado, literalmente, estará muerto en vida, por razón del descuido o del error de quien escribe.

Está ocurriendo esto en Cúcuta, y La Opinión admite su responsabilidad en todos los sinsabores que atraviesa la comunidad rural de Palmarito, por razón de un descuido terrible del que no solo estamos avergonzados sino sinceramente arrepentidos.

Antes se acudía al diablillo de los linotipos, a los fantasmas que trastrocaban las letras en las máquinas de escribir. Pues bien, para La Opinión, esos seres metafísicos ya no existen, es más, jamás existieron ni existirán nunca. Todos, absolutamente todos los errores en un periódico, tienen explicación en la falta de cuidado, de sindéresis, de rigor, de control, de mesura y de profesionalismo de quienes intervenimos en el proceso de elaboración de los contenidos.

Somos seres humanos y como tales cometemos errores, se puede argumentar con la seguridad de que seremos comprendidos. Pero, no. Si sabemos de lo imperfectos que somos, estamos obligados, mucho más que otros, a hacer las cosas de la mejor manera posible, sin medias tintas, sin equívocos, sin dudas, sin ambigüedades.

Y en el caso que nos ocupa, fallamos en materia grave. En la edición del domingo, informamos de que “Las constantes amenazas de muerte ante el no pago de extorsiones llevaron a la comunidad del corregimiento Palmarito, en Cúcuta, a evidenciar ante las autoridades la ubicación de presuntos integrantes de Los Pelusos, razón por la cual, en el marco de la Campaña Militar y Policial Esparta, el Ejército y la Policía adelantaron una operación contra esa estructura…”

En apariencia es un texto como tantos otros que se han escrito en Colombia sobre hechos similares, una información sin mayor trascendencia para nadie, un hecho, en mucho inocuo, que era necesario registrar como una noticia, pero nada más.

Pero, y mientras más escondido más grave, el error está ahí, expuesto en toda su inmedible extensión: nuestro redactor y nuestro editor de sección no percibieron que la información no se atribuyó a nadie, es decir, faltó decir quién la dijo, algo como ‘dijeron fuentes militares’ ―que lo fueron―, como es obligatorio hacerlo.

El olvido desató de inmediato el caos en Palmarito, pues, con absoluta razón, todos los habitantes se sintieron, como dijo uno de ellos, ‘con la lápida al cuello’, pues todos son, según la noticia publicada, responsables de haber denunciado a los delincuentes, algo que el crimen no perdona.

La verdad de quiénes denunciaron la tienen los organismos de seguridad, en especial el Ejército, al que, para tranquilidad de los buenos campesinos de Palmarito, sugerimos dar la mejor explicación posible de cómo se enteraron de las actividades de los muertos y de los detenidos, a fin de levantar la pena de muerte que ya le fue impuesta por las organizaciones delictivas a toda la población, y recordar que sobre esas informaciones, siempre se ha ofrecido absoluta reserva.

Sabemos que no basta exclamar nuestro mea culpa por el error, pero, también somos conscientes, de que, en adelante, necesitaremos estrechar con todo rigor los controles en la redacción, a fin de no tener que, como hoy, formular nuestras más rendidas disculpas ni a los palmaritenses ni a nadie.

Lección aprendida con vergüenza y con dolor.

Miércoles, 17 de Abril de 2019
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