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Editorial
Un millón de árboles
Es que si plantamos árboles a lo largo de las cuencas de nuestros ríos Pamplonita, Zulia, Algodonal, Sardinata, Tibú, Catatumbo, Peralonso, Salazar y Tarra, por ejemplo, estaremos poniéndonos a salvo de muchos fenómenos peligrosos.
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Martes, 25 de Enero de 2022

El cambio climático que acarrea diversas anomalías en las temporadas lluviosas y secas, haciéndolas más tormentosas e intensas, obliga a la humanidad a tomar otros caminos en su comportamiento en la Tierra, o irá inexorablemente a la extinción, como lo han advertido innumerables estudiosos.

Datos de los expertos revelan que en 2018 en Norte de Santander  se presentó una deforestación de 7.300 hectáreas, lo que equivale al 0.3% de su territorio, toda vez que Norte de Santander tiene 22.130 kilómetros cuadrados (2.213.000 hectáreas); en 2019 fueron 9.900 hectáreas y en 2020 se 9.600, mientras en Tibú en el primer trimestre de 2021 se deforestaron 3.100 hectáreas.

Un de las maneras de actuar en forma más amigable con el planeta, es ayudarlo a devolverle su traje verde, ese que ha sido destruido por la acción del hombre, que hasta ahora viene a caer en cuenta que en ese color, descansa buena parte de su salvación.

Se ha dicho que la reforestación es una manera efectiva de mitigación para combatir el calentamiento, porque recordemos que los bosques son el mejor sistema natural para absorber gran parte del gas carbónico.

Es que si plantamos árboles a lo largo de las cuencas de nuestros ríos Pamplonita, Zulia, Algodonal, Sardinata, Tibú, Catatumbo, Peralonso, Salazar y Tarra, por ejemplo, estaremos poniéndonos a salvo de muchos fenómenos peligrosos.

Y si a eso le sumamos proteger de verdad, y no solo para el registro, nuestros páramos como Santurbán y el Almorzadero, que tenemos en nuestro territorio nortesantandereano, desde ahora se le estará poniendo un dique de protección a un probable éxodo de cientos de miles de personas como consecuencia de una gran sequía que volverá desérticos e inhabitables vastos territorios de llegar a ‘cerrarse’ fábricas de agua naturales como de las que gozamos en la actualidad.

En Norte de Santander, aparte de situaciones como la extracción ilegal de madera, la quema de árboles para extender la frontera agrícola, la destrucción de la corteza verde para cubrirla con cultivos ilícitos, entre otros, alimentan ese grave fenómeno.

La semana pasada, a 3.400 metros sobre el nivel del mar, el gobernador Silvano Serrano y el director de Corponor, Gregorio Angarita, acompañados de líderes ambientalistas, lanzaron una estrategia para salvar al departamento de la deforestación y sus inexorables implicaciones negativas.

De acuerdo con lo anunciado en medio de la siembra de frailejones en la zona del páramo de Guerrero, en donde estuvieron, se trata de la plantación de  un millón de árboles en los 40 municipios.

Lo importante es que unido a ese plan, que de acuerdo con lo expuesto también ayudará a enfrentar otro problema estructural como es el desempleo con la generación de 2.000 empleos, deben progresar rápidamente otras estrategias para el mejoramiento del medio ambiente.

Una de ellas es que se avance rápidamente para dar inicio a la construcción de las plantas para el tratamiento de las aguas residuales en los ríos Pamplonita y Zulia, también en la adquisición de áreas estratégicas protegidas, hacer cumplir las normas relacionadas con el manejo y uso del recurso hídrico y trabajara en un asunto que no solo debe ser objeto de acciones de fuerza sino de profundizar en labores alternativas.

Es el de los cultivos ilícitos cuyo extensión no está solamente en el Catatumbo sino que ya llegó a Cúcuta. Este mal aparte de alimentar los emporios de la cocaína que a su vez nutren la violencia, también depreda peligrosamente la naturaleza, luego aquí se evidencia que la integralidad en las políticas es esencial para que los resultados sean contundentes.

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