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Editorial
Una ciudad al garete
Desde hace años registramos los más altos niveles de desempleo, informalidad e inseguridad.
Lunes, 4 de Noviembre de 2019

Cúcuta viene atravesando una situación calamitosa en casi todos los órdenes con el agravante de que no se encuentran las fórmulas de mejorías y parecería que nos hubiéramos resignado al facilismo de dejar las cosas como están y que algún día los problemas se van a resolver. 

Una actitud tremendamente derrotista e irresponsable. Además, totalmente inaceptable que lo que demuestra es la falta de capacidad y compromiso de las autoridades y de toda la comunidad para buscar las soluciones adecuadas y seguir adelante.

Desde hace años registramos los más altos niveles de desempleo, informalidad e inseguridad. Los servicios públicos son los más caros e ineficientes, y los indicadores en materia de cobertura en salud y educación son también pobres y desalentadores. La violencia criminal y la corrupción generalizada igualmente nos han avasallado. 

A todo este panorama triste y desolador se nos suma el cada vez más creciente fenómeno de la crisis migratoria venezolana con todas sus perturbadoras consecuencias. Los horrendos asesinatos en la zona de frontera parecen haberse vuelto cosa de rutina por su recurrente ocurrencia. Estamos perdiendo la capacidad de asombro y nada parece sorprendernos en esta degradante vorágine de sangre y violencia a las que nos han empujado los grupos armados de todas las pelambres. 

Las investigaciones de las autoridades policiales no nos llevan a la identificación y captura de los criminales por muy exhaustivas que sean, salvo contadas excepciones. Pero tampoco se ve la efectividad de los planes de prevención y vigilancia.

Los anuncios y promesas de ayuda y atención del Gobierno Nacional se quedan en “los consejos extraordinarios de seguridad y en los puestos de mando unificado”, mientras los grupos armados ilegales despliegan a sus anchas sus acciones criminales.

El nuevo alcalde elegido el pasado domingo 27 de octubre, el ingeniero Jairo Yáñez, recibe su ciudad con más problemas y dificultades de las que cualquiera podía imaginarse, sitiada por demandas y reclamos judiciales de todo orden, y endeudada y agobiada por la ineficiencia, la corrupción y el mal gobierno. 

No la va a tener fácil el nuevo alcalde, por lo que esperamos que conforme el mejor equipo de trabajo para el momento de crisis que vivimos. Tenemos que rodearlo y acompañarlo para poder salir del atolladero.

El alcalde electo tiene el suficiente liderazgo para convocar al nuevo gobernador de Norte de Santander, Silvano Serrano, a los alcaldes de Villa del Rosario y Los Patios, a los Concejos y a la Asamblea a trabajar unidos y con entusiasmo por el rescate de Cúcuta.

Los gremios, las comunidades, los congresistas y políticos de todas las corrientes tienen también que ser convocados para conseguir del Gobierno Nacional la atención que tanto necesita y hemos venido reclamando para nuestra zona de frontera.

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